Trump reaviva la energía del carbón: un golpe a la agenda verde

En un giro inesperado, el presidente Donald Trump anunció el lunes pasado, a través de su cuenta en X, una medida radical: la autorización inmediata para la producción de energía a partir de carbón. Sus palabras fueron contundentes: "Tras años de ser cautivos de extremistas ambientalistas... autorizo a mi administración a comenzar de inmediato a producir energía con carbón limpio y hermoso".
Esta decisión se enmarca dentro de una serie de acciones que buscan revertir las políticas ecológicas de la administración Biden. De hecho, el pasado 12 de marzo, se anunció una importante reducción de medidas ambientales, calificadas por el administrador de la EPA, Lee Zeldin, como "el día más grande y trascendental de desregulación en la historia de Estados Unidos". El objetivo, según Trump, es "liberar la energía estadunidense" y revitalizar la industria automotriz, incluyendo la derogación de estándares de emisiones de vehículos previstos para 2027.
El contraste con la visión de la administración anterior es notorio. Biden impulsaba la eliminación casi total de emisiones de carbono en las plantas de carbón, y una drástica reducción en las emisiones de dióxido de carbono de las plantas de gas. Sin embargo, Trump ha expresado públicamente sus dudas sobre el cambio climático, incluso recortando personal en la NOAA, clave en la investigación climática.
Las reacciones no se hicieron esperar. Charles Harper, de la ONG Evergreen Action, criticó duramente la decisión: "Los contaminadores corporativos están de celebración... la EPA de Trump les acaba de dar un pase libre para arrojar contaminación climática ilimitada". Por otro lado, Matthew Tejada, del Consejo de Defensa de Recursos Naturales, advirtió sobre un retorno a "una época de contaminación desenfrenada".
El anuncio también hace referencia a la tensión con China, que impuso gravámenes al carbón y gas natural estadounidense en represalia a aranceles previos. La nueva política energética de Estados Unidos, sin duda, añadirá otra capa de complejidad a la ya compleja relación bilateral.
La medida de Trump no sólo impacta en el ámbito energético y ambiental, sino que también se proyecta en el escenario económico y geopolítico internacional. Las consecuencias de esta decisión se analizarán con detenimiento en los próximos meses, generando un debate crucial sobre el futuro energético del país y su implicación en la lucha contra el cambio climático.