ICE usa software espía Graphite para acceder a dispositivos de migrantes sin rastro

Según documentos oficiales consultados por este medio, ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) reactivó el uso del software Graphite, desarrollado por la firma israelí Paragon Solutions. Este sistema puede:

• Acceder a mensajes cifrados en aplicaciones como WhatsApp o Signal
• Extraer fotos, documentos y correos electrónicos
• Activar micrófonos de manera remota

"Estamos ante una tecnología que borra la línea entre vigilancia legítima y violación sistemática de privacidad", declaró Feli Michaca, experto en seguridad digital entrevistado por Univisión. La adquisición del spyware se oficializó el 29 de agosto, aunque el contrato original data de septiembre de 2024.

Lo polémico surge al cruzar dos informaciones: mientras ICE obtiene estas capacidades de monitoreo, eliminó el requisito de autorización previa para arrestos, según reveló NBC News. Organizaciones civiles destacan el peligro de combinar ambas medidas:

• Agentes con poder discrecional para detener
• Herramientas que vulneran comunicaciones privadas
• Foco en comunidades migrantes vulnerables

El caso italiano sigue pesando sobre Graphite. En 2024, investigaciones periodísticas expusieron su uso contra periodistas y activistas cercanos al Vaticano. Aunque Paragon Solutions ahora opera bajo estructura estadounidense tras su compra por AE Industrial Partners, las dudas sobre posibles abusos persisten.

ICE mantiene silencio sobre el alcance operativo del software. Fuentes cercanas al Departamento de Seguridad Nacional sugieren que inicialmente se aplicaría en casos de solicitudes de asilo y residencia, donde los dispositivos móviles suelen contener pruebas clave. La justificación oficial habla de "necesidades investigativas", pero organizaciones como la ACLU ya preparan recursos legales.

Este desarrollo ocurre en medio de redadas masivas en Los Ángeles y Washington D.C., con operativos anunciados para Chicago y Boston. La combinación de tecnología invasiva y políticas de mano dura marca un punto de inflexión en la gestión migratoria estadounidense.

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