En Chilpancingo, Guerrero, un grupo de 32 mujeres en el centro de Readaptación Social (Cereso) ha anunciado su decisión de iniciar una huelga de hambre. Ellas buscan alcanzar un acuerdo intercarcelario que mejore sus condiciones. Una de las reclusas, enfatizó vía telefónica que no están en motín, sino que están haciendo uso de esta medida extrema para hacer oír sus demandas.
La demanda principal es la presencia del director del Cereso o del director general. El acuerdo intercarcelario busca restablecer las visitas conyugales durante los días de la semana y las visitas regulares los sábados y domingos. Además, se solicita que se les permita volver a trabajar en el Cereso debido a dificultades económicas para cubrir gastos de alimentación.
También mencionaron problemas de salud, indicando que las opciones de tratamiento son limitadas, como el suministro de Paracetamol y galletas para el estrés. Además, se ha reportado salmonelosis y dos casos de dengue, aunque estos últimos no han sido divulgados públicamente. Destacan que en los dormitorios se han observado cucarachas y chinches en las planchas, y se ha mencionado que no se permite el uso de insecticidas para controlarlas.
Hacen responsable al director general, Isidoro Bartolo Morales, y a la jefa del Jurídico, Mariana Elizabeth Hernández Bautista, de intentar trasladarlas a otros centros penitenciarios. Algunas reclusas llevan hasta dos años y medio en la cárcel y han visto denegados los acuerdos intercarcelarios. En comparación con los reclusorios federales, donde se permite la visita de familiares y amigos, en Chilpancingo sólo se autoriza el acceso a familiares directos.