El silencio de las aulas de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL se ha llenado de un eco profundo. José Luis Esquivel Hernández, maestro y periodista, dejó de dar clases el pasado 3 de agosto. A sus 78 años, un diagnóstico implacable, un cáncer que lo acompañaba en silencio, le arrebató la posibilidad de compartir su pasión por el periodismo con nuevas generaciones.
Imaginen lo que eso significa para mí, pero debo hacer caso, aunque no quiera, escribió en su último mensaje en Facebook, un mensaje que rezumaba la amargura de la despedida.Esquivel Hernández, un nombre que resonaba en los pasillos de la facultad, no solo era un maestro. Sus alumnos, hoy profesionales del periodismo, lo recuerdan como un guía, un mentor que les enseñó a contar historias, a ser críticos y a defender la verdad.
"Viví 78 años con una salud imperturbable. Ni siquiera el tratamiento de quimioterapias interrumpió mi actividad diaria. Es más, tampoco la operación del 4 de marzo me impidió volver de inmediato a la acción, pocos sabían que estaba enfermo", escribió en una publicación donde describía su lucha contra la enfermedad.
La noticia de su partida, un golpe inesperado para la comunidad universitaria, se ha propagado como un susurro en las redes sociales. Fotos de un maestro sonriente, con un aura de sabiduría y amabilidad, se han convertido en un homenaje espontáneo.José Luis Esquivel, un maestro que transmitió su pasión por el periodismo, no solo a sus alumnos, sino a todos aquellos que tuvieron la fortuna de cruzar su camino. Su legado, la huella imborrable de un maestro que, a pesar de la adversidad, siempre mantuvo la esperanza, seguirá inspirando a las nuevas generaciones.