El dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, señaló problemas graves como un sistema de salud deteriorado, una estrategia de seguridad fallida y un crecimiento del PIB de apenas 1%. Esta cifra posiciona el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AML) como el de menor crecimiento en las últimas tres décadas, lo que ha generado críticas en varios sectores de la sociedad.
En este contexto, Cortés expresó su confianza en que el nuevo gobierno, liderado por Claudia Sheinbaum, marque un cambio significativo en la administración pública. Enfatizó que espera que Sheinbaum abandone los “caprichos” y la “sin razón” que, según él, definieron el gobierno saliente, y que su gestión se base en el diálogo, la construcción de consensos y el respeto a las instituciones.
El líder panista también subrayó la necesidad de evitar otros seis años de lo que él considera un “populismo” perjudicial y de retrocesos en diversos ámbitos. Cortés hizo un llamado a la nueva administración para que se comprometa a ofrecer un rumbo diferente y a mejorar las condiciones del país, resaltando que México merece algo mejor que lo que se vivió bajo el mandato de López Obrador.
Asimismo, Cortés caracterizó el sexenio de López Obrador como uno lleno de promesas incumplidas, corrupción y una grave crisis de seguridad que ha dejado a México sumido en la violencia y la polarización. Esta crítica refleja el descontento de sectores opositores que consideran que el gobierno actual no ha cumplido con las expectativas de sus ciudadanos.
A medida que se acerca el final del gobierno de López Obrador, el PAN se posiciona como una voz de oposición fuerte, esperando que la llegada de Sheinbaum signifique un cambio en el enfoque de gobierno. Cortés ha instado a la nueva presidenta a priorizar el bienestar del país por encima de cualquier interés personal o político.
El 30 de septiembre marca el cierre de una era política en México, y el 1 de octubre inicia una nueva etapa con la toma de protesta de Claudia Sheinbaum como presidenta. En este momento de transición, las expectativas son altas, y la presión sobre el nuevo gobierno es palpable, dado el legado controvertido que deja la administración saliente.