La caída en la producción de petróleo, que ronda actualmente los 1.8 millones de barriles diarios, el descenso en los precios del crudo y el peso de una deuda que supera los 99 billones de dólares, han generado una crisis que ha golpeado de manera importante los ingresos del país.
Ante esta situación, el gobierno mexicano ha anunciado un plan de "austeridad" para Pemex, con el objetivo de reducir los gastos en unos $2.5 billones de dólares. Este plan, que forma parte de una estrategia integral para sanear las finanzas de la empresa, incluye medidas como la eliminación de gastos "redundantes", la reducción de costos y la simplificación del régimen fiscal.
El nuevo régimen fiscal para Pemex implicará la reducción de los derechos tributarios a solo uno, el "derecho petrolero del bienestar", con una tasa única de 30% para la extracción de petróleo. El gas no asociado, por su parte, tendrá una tasa del 11.63%.
El director de Pemex, Víctor Rodríguez Padilla, ha asegurado que este nuevo plan permitirá aumentar la eficiencia operativa de la empresa y reducir su endeudamiento. El gobierno también ha anunciado que continuará con los pagos de las deudas de Pemex sin necesidad de recurrir a los mercados de capitales en el corto plazo.
Sin embargo, algunos expertos consideran que el plan del gobierno es "anecdótico" y que no se está abordando de manera contundente la crisis en la que se encuentra Pemex. Señalan que reducir gastos administrativos no es suficiente para solucionar los problemas de la empresa y que se deben tomar medidas más profundas para impulsar la producción y la eficiencia en áreas como la refinación.