En el municipio de Pijijiapan, a casi 150 kilómetros de Tapachula, más de 1200 migrantes, en su mayoría venezolanos, se encuentran varados. Su largo recorrido, lleno de desafíos y sacrificios, ha dejado huella en sus cuerpos y en sus espíritus. El alcalde de Pijijiapan, Carlos Albores Lima, ha confirmado la entrega de asistencia médica y humanitaria por parte del ayuntamiento. “La ayuda humanitaria siempre está presente con atención médica y servicios de agua potable, hay respeto a sus derechos humanos”, declaró.
La ayuda se centra en curar las heridas en los pies, causadas por la extenuante caminata, así como en proporcionar hidratación y artículos de aseo. Pero la atención médica es solo una parte de la problemática. Las necesidades trascienden lo físico. Sinaí Chirino, una migrante venezolana, expresa con crudeza la situación: “Es difícil, primero por estar fuera del país lejos de tu familia, así como yo hay muchos sin mamá, sin papá, y presentar tantas situaciones porque así como hay personas que decidieron dejar el país y dejar tanto hijos, porque hay personas que van sin sus niños, en estas fechas es difícil”.
No solo en Pijijiapan se concentra la problemática. Un grupo similar, también de aproximadamente 1200 personas, se encuentra en Mapastepec. Ambos grupos comparten una misma petición: la emisión de permisos de tránsito por parte del Instituto Nacional de Migración (INM). Leydi Moreno, una mujer de 37 años con heridas visibles en los pies, expone la situación: “Fueron muchos sacrificios los que hemos pasado todos hasta acá, nosotros no estamos pidiendo esto como una exigencia ni lo estamos pidiendo ni por una obligación ni por un capricho, sólo lo estamos pidiendo desde nuestro corazón”. Ella viaja junto a su hermana y dos hijas menores.
El gobierno de Chiapas asegura brindar apoyo dentro de su ámbito de competencia, pero la gestión de permisos de tránsito parece depender de instancias superiores. La situación se complica aún más considerando que entre octubre y diciembre, nueve caravanas han salido de Chiapas con la meta de llegar a Estados Unidos, motivadas por diversos factores, incluyendo el temor a un posible cierre de fronteras.
Mientras tanto, en las localidades chiapanecas, la Navidad se mezcla con la incertidumbre, la esperanza y la vulnerabilidad de miles de migrantes que buscan un futuro mejor, lejos de sus hogares.