El foco de atención se centra en un video que se ha viralizado rápidamente, mostrando la destrucción de una figura de cera. La figura, representando al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, sufrió daños considerables. Un individuo encapuchado, cuya identidad aún permanece desconocida, es el protagonista de las imágenes. El sujeto, visiblemente enfurecido, no solo roció pintura roja sobre la figura, sino que también colocó una bandera palestina antes de, finalmente, destruir el rostro de la figura con un martillo.
Durante el acto, el individuo lanzó proclamas en contra de Netanyahu, utilizando términos fuertes. “Con respeto al pueblo judío, cuya identidad ha sido secuestrada por estos genocidas, tengo que dar de baja a este criminal de guerra”, declaró, antes de gritar “¡Viva Palestina, viva Yemen, viva Puerto Rico!”. Estas declaraciones han intensificado el debate sobre la legitimidad de la protesta y sus métodos.
La respuesta de la Embajada de Israel en México no se hizo esperar. En un comunicado oficial, la embajada condenó enérgicamente el incidente, calificándolo de “acto de vandalismo” y “acción detestable que envía un mensaje peligroso de violencia”. La embajada enfatizó la diferencia entre el activismo y el vandalismo, esperando que las instituciones tomen medidas para prevenir futuras acciones similares y proteger las obras de arte dentro de un marco de diálogo respetuoso.
El contexto de este acto se enmarca dentro de las protestas que diversos grupos a favor de Palestina han realizado en México. Estas manifestaciones buscan una postura más firme del gobierno mexicano, tanto de la actual presidenta Claudia Sheinbaum, como de su predecesor Andrés Manuel López Obrador, en relación al conflicto en Gaza. Sin embargo, ambos mandatarios han mantenido una posición de “neutralidad”, rechazando la utilización del término “genocidio” para describir la situación.
Mientras tanto, la cifra de víctimas mortales en Gaza sigue aumentando, rondando las 46,000 desde octubre de 2023, según el Ministerio de Sanidad gazatí. Este hecho, junto con el incidente del Museo de Cera, plantea interrogantes sobre el futuro del diálogo y la búsqueda de la paz en la región.