Crisis hídrica México-Estados Unidos: tensión por el agua en la frontera

En el centro de la controversia se encuentra el Tratado de Aguas Internacionales de 1944, un documento que regula el intercambio hídrico entre ambos países. Este tratado establece asignaciones específicas de agua del Río Bravo (Río Grande) y el Río Colorado. Para México, significa la recepción de 1,890 millones de metros cúbicos (Mm3) de agua del Río Colorado anualmente, a cambio de entregar 432 Mm3 de agua del Río Bravo a Estados Unidos.
Recientemente, el gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, tomó una decisión que ha generado polémica: la negativa a una solicitud extraordinaria de México para obtener agua adicional del Río Colorado para Tijuana. Según la Subsecretaría de Estado para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de Estados Unidos, esta negativa se justifica en el "continuo déficit de México en el suministro de agua (en la frontera) de acuerdo con el Tratado de Aguas de 1944, que está diezmando a la agricultura estadounidense y en particular a los agricultores del valle del Río Bravo."
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, reconoció la situación en una conferencia de prensa, afirmando que el gobierno mexicano está “atendiendo” el tema a través de la Conagua (Comisión Nacional del Agua) y el CILA (Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos). Sus declaraciones, sin embargo, no detallaron acciones concretas para mitigar la crisis.
La situación se complica aún más por la sequía que afecta a la región, reduciendo los niveles de los lagos Mead y Powell, principales fuentes de agua del Río Bravo. Al 18 de febrero de 2025, el almacenamiento conjunto de ambas presas era de apenas el 35%.
Un acuerdo previo entre México y Estados Unidos, firmado en Mexicali en agosto de 2024, establecía reducciones en las asignaciones de agua del Río Colorado para 2025. Este acuerdo, si bien buscaba una gestión más eficiente del recurso, no ha sido suficiente para evitar la actual controversia. La comisionada estadounidense, María Elena Giner, destacó entonces la “colaboración” entre ambos países para enfrentar la sequía, pero la realidad actual muestra la complejidad de la situación.
La escasez de agua en la frontera no solo representa un desafío ambiental, sino también un reto diplomático y político de gran envergadura para ambas naciones. Los detalles del impacto en la agricultura y las comunidades fronterizas siguen siendo un tema de análisis y debate.