México: 40 temblores diarios alertan sobre riesgo sísmico

El Servicio Sismológico Nacional (SSN) registró a las 5:27 horas del 28 de marzo un sismo de magnitud 4.0. El epicentro, localizado a 61 km al noreste de Miahuatlán, Oaxaca, tuvo una profundidad de 69.6 km. Aunque de menor intensidad que otros eventos históricos, este temblor sirve como una alerta silenciosa.
El Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), ante cualquier evento sísmico, insiste en la importancia de recurrir únicamente a "fuentes oficiales como las autoridades de Protección Civil, tanto locales, estatales, como federales," para evitar la propagación de información errónea y rumores.
Pero, ¿qué implica realmente vivir en una zona sísmica activa? La respuesta trasciende la simple estadística de temblores diarios. Recordemos los devastadores terremotos de 1985 y 2017, eventos que marcaron un antes y un después en la historia reciente del país. El primero, de magnitud 8.2, a las 07:19 horas del 19 de septiembre de 1985, con epicentro en Guerrero; el segundo, con una magnitud similar, el 19 de septiembre de 2017 a las 13:14 horas, con epicentro entre Puebla y Morelos, dejando una estela de destrucción y 369 víctimas mortales.
Sin embargo, la historia sísmica de México se extiende mucho más allá. El terremoto más potente registrado, en 1787, alcanzó una magnitud de 8.6, devastando Oaxaca y generando un tsunami de 6 kilómetros tierra adentro. Un estudio del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (Cires), realizado en 2009, planteó la posibilidad de un evento similar en la Brecha de Guerrero, una zona con alta actividad sísmica, lo que significa que la posibilidad de sismos de gran magnitud siempre está presente.
Más allá de la magnitud, la vulnerabilidad de nuestras construcciones e infraestructura juega un papel determinante en la magnitud de los daños. La preparación, la prevención, y la concientización sobre el comportamiento ante estos fenómenos, es la mejor herramienta para mitigar los riesgos.
El SSN continúa monitoreando la actividad sísmica, proporcionando información actualizada y crucial para entender y prepararnos ante futuros eventos. La constante vigilancia y la educación son la clave para mitigar los efectos de estos eventos naturales.