Phoenix, az
No hay dolor como el de una madre o padre que desconoce el paradero de su hijo. Es el dolor que Paula Pérez y Arnoldo Orozco han sentido por más de un año, desde la última vez que hablaron con su hijo Amilcar, entonces de 16 años de edad.
Carlos González, Amilcar Orozco Pérez y Francisco Gómez López son tres jóvenes guatemaltecos que en junio de 2011, emprendieron el viaje que tantos emprenden día a día camino a EEUU.
“Cuando en un principio hablamos con el coyote que los iba a traer, parecía buena persona”, recordó ayer su madre al contar la triste historia.
Paula y Arnoldo viven en EEUU desde hace ocho años y dejaron a sus tres hijos en Guatemala, bajo el cuidado de la abuela. El año pasado, Amilcar quiso reunirse con sus padres y emprendió la difícil jornada de cruzar la frontera. El coyote que se comprometió a cruzarlo a él y sus amigos, los abandonó en el camino.
El 24 de junio de 2011, los padres recibieron una llamada de una persona en Sonora diciéndoles que estaba con su hijo y que lo ayudaría a cruzar, pero que para ello, debían mandarle 250 dólares. Si bien los padres pagaron la cantidad, nunca volvieron a saber de Amilcar.
Gloria Saucedo, de Hermandad Méxicana, junto a otros líderes y familiares salieron ayer de Los Ángeles, camino a Arizona para averiguar el paradero de los jóvenes. “Iremos a Phoenix, Arizona, a Sonoíta y al corredor de Sonora”, explicó Saucedo.
Juanita Vázquez, hermana de José Vázquez, un hombre que también desapareció al intentar cruzar la frontera, también formaba parte del grupo de búsqueda.
“Mi hermano llamó de México diciendo que ya venía en camino, y ya no volvimos a saber de él”, recordó. Los familiares han intentado por todos los medios de encontrar a sus seres queridos. “Fuimos al Consulado, pero no nos prestaron atención”, indicó la madre.
“Necesitamos un mecanismo de colaboración entre grupos comunitarios y que nuestros consulados nos apoyen más”, señaló Saucedo quien recalcó la importancia de una reforma migratoria. Saucedo supo del caso de Amilcar, cuando un voluntario de la iglesia María Inmaculada de Pacoima le contó que había una mujer que llegaba todos los días para pedirle a la Virgen que aparezca su hijo. Fue entonces que decidió organizar la búsqueda.
“Me arrepiento de haberle dicho que venga”, dijo Pérez. “Uno ve los casos de otros, y cree que nunca le va a pasar, hasta que le toca en carne propia. No quiero que otros padres tengan que pasar el dolor por el que estamos pasando”, dijo la madre refiriéndose al hecho de que muchos padres, sin saberlo y con la mejor intención, ponen a sus hijos menores en manos de coyotes, que muchas veces terminan siendo criminales. Los coyotes han amenazado a los padres diciéndoles que si revelan más información tomarán represalias contra la familia.
“Quiero que Amilcar sepa que nunca dejamos de buscarlo, que ya no se preocupe por venir. Sólo quiero saber que está bien y si necesita ayuda”.