La frontera, que alguna vez fue un punto de encuentro, se ha transformado en un campo de batalla legal y político, donde las cifras de detenciones, aunque decrecientes, no reflejan la realidad de quienes buscan un futuro mejor. La orden ejecutiva firmada por el presidente Biden, que limita el acceso al asilo para los migrantes que cruzan la frontera ilegalmente, ha generado un efecto dominó que impacta directamente en la vida de quienes buscan refugio en Estados Unidos.
En general, hemos visto una disminución del 55% en los encuentros con migrantes, dijo el Comisionado de Aduanas y Protección Fronteriza, Troy Miller, durante una visita al puerto de entrada de Mariposa en Nogales. Sin embargo, esta disminución no se traduce en una solución a la crisis migratoria.
El jefe del sector de Tucson, John Modlin, destaca que la reducción en las detenciones permite a los agentes dedicar más tiempo a entrevistar a los migrantes, pero esta medida no soluciona la problemática de fondo. Los recursos del Distrito de Bomberos de Arivaca se ven sobrecargados por las constantes llamadas de emergencia de migrantes que necesitan asistencia médica, lo que genera frustración en la comunidad local.
La aplicación CBP One, que se supone facilita la solicitud de asilo, se convierte en un obstáculo adicional para quienes buscan protección. "Tenemos personas que han estado esperando aquí durante 10 meses tratando de conseguir una cita y eso no es justo", denuncia Pedro De Velasco de la Iniciativa Fronteriza Kino. Las voces críticas señalan que el nuevo orden limita el derecho al asilo y expone a los migrantes a riesgos e incluso a la muerte.
Las cifras, aunque bajas, no pueden ocultar el drama humano que se esconde detrás de cada caso. Mientras las autoridades buscan soluciones a través de nuevas leyes y regulaciones, la frontera sigue siendo un territorio de historias incompletas, donde las esperanzas se enfrentan a la realidad de un sistema que se muestra cada vez más complejo e inflexible.