El caso involucra a Gabriel García, de 43 años, empleado de un centro de vida asistida. El 31 de enero, García fue arrestado tras una investigación que comenzó con una alerta familiar. Según la documentación policial, un familiar de una residente de 78 años instaló un sistema de cámaras en su habitación para facilitar las videollamadas. Esta medida preventiva, tomada con el fin de mantener un contacto cercano con su familiar, se convirtió en una pieza clave en la investigación.
Las imágenes grabadas el 28 de enero mostraron una situación perturbadora. Las capturas de pantalla, según los reportes, mostraban a García en la cama de la mujer en contacto sexual. Esta evidencia gráfica fue fundamental para el arresto.
El informe policial detalla que la víctima, de 78 años, sufre de "demencia no especificada o enfermedad de Alzheimer", según consta en sus registros médicos. El director del centro de vida asistida confirmó a las autoridades que la residente "carece de la capacidad de tomar decisiones racionales". Ante las evidencias irrefutables, García inicialmente negó cualquier contacto sexual, pero luego de que se le mostraran las imágenes, cambió su versión.
Según los registros judiciales, García declaró a la policía sentirse "muy arrepentido" por sus acciones. La investigación continúa, aportando un nuevo enfoque a la importancia de las medidas de seguridad y la protección de las personas vulnerables en entornos de cuidado.