Me refiero concretamente a Windows 11. Microsoft, la gigante del software, apostó fuerte por este sistema operativo, pero los números no les acompañan como esperaban. Resulta que la migración desde Windows 10 se ha estancado. Y no es por falta de aviso; la transición se ha anunciado con tiempo suficiente.
¿A qué se debe este estancamiento? Pues, a dos factores principales. El primero son los requisitos mínimos de hardware. Muchos usuarios de Windows 10 simplemente no cumplen con ellos, lo que les impide actualizar sin adquirir nueva tecnología. Es una barrera de entrada, tangible y frustrante para millones.
El segundo factor, y quizás el más relevante, es la falta de un incentivo claro para migrar. "Si algo funciona bien, ¿para qué cambiarlo?" se preguntan muchos. Recuerdo la transición de Windows 7 a Windows 10 (omitiendo el 8, porque, entre nosotros, la mayoría lo hizo también). En esta ocasión, la diferencia es palpable, y no solo por los requisitos de hardware.
La experiencia de usuario con Windows 11 y sus actualizaciones ha sido, digamos, irregular. Problemas de compatibilidad, fallos en el sistema y una curva de aprendizaje más pronunciada que lo deseado, no han ayudado a generar confianza en los usuarios. Esto, sumado a la complejidad de los requisitos, ha generado una resistencia bastante significativa.
Y la respuesta de Microsoft a esta baja adopción ha sido, hasta ahora, silencio. No han realizado cambios sustanciales en los requisitos mínimos de sistema, algo que, a mi parecer, acentúa el problema.
Otro factor a tener en cuenta es la evolución de la web. El software como servicio (Software as a Service o SaaS) está ganando terreno. Muchas aplicaciones importantes funcionan en la nube, reduciendo la dependencia de las especificaciones del sistema operativo. Incluso dispositivos como tablets y teléfonos se han convertido en estaciones de trabajo para muchos usuarios. En este contexto, la importancia de un sistema operativo actualizado puede verse disminuida.
Por último, las restricciones impuestas por Microsoft en relación con Windows 11 podrían estar relacionadas con la infraestructura técnica que se necesita para el futuro del sistema, así como con la reducción de costos en el desarrollo. Esto es, obviamente, una especulación basada en la información disponible.
En resumen, la situación de Windows 11 muestra que la adopción de nuevas tecnologías no es solo una cuestión de ofrecer mejoras, sino también de facilitar la transición y ofrecer incentivos claros a los usuarios. Microsoft, parece, todavía tiene una tarea pendiente en este sentido.