Aztecazo: ‘Chepo vete’

México juega 25 minutos de exquisitez, luego cae en los erroes y pierde

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México, DF

México juega 25 minutos de exquisitez, luego cae en los erroes y pierde.

Honduras y su verdugo Costly escriben el segundo Aztecazo. Se lleva el botín completo del Estadio Azteca: los tres puntos, la posibilidad de clasificar, la zalea del Chepo de la Torre.
Y Honduras se lleva una victoria histórica ante 104 mil aficionados dolientes, decepcionados, que despidieron al Chepo con toda clase de insultos y pidiendo su salida con el ya recurrente, desde hace varias semanas: Fuera Chepo, fuera Chepo”.
La clasificación al Mundial de Brasil queda condicionada. El boleto parece lejano, más lejano que nunca: quedan nueve puntos por disputarse, dos de ellos en visita, ante EEUU y Costa Rica, y recibiendo a Panamá en un Estadio Azteca que ya no tiene peso.
Honduras fue de dos caras. Tímido, precavido, agazapado en la primera mitad. Para la segunda parte, Luis Fernando Suárez, mete a Jerry Bengston y suelta la jauría con el cometido y lo consiguió destrozar a México.
Para el Tri, lo patético es el balance: de 12 puntos disputados en el Estadio Azteca, sólo ha ganado tres.

LA ILUSIÓN...
México encanta, hace promesas, esas mismas que después sería incapaz de sostener con honor y con futbol.
El gol de México es un apareamiento fascinante del artista y el ejecutor.
Giovani hurta, enfila, despega, con toda la potencia de su biotipo brasileño. Inalcanzable. Llega fresco al área. Valladares lo desafía al remate. Gio quema la estatua de sus egos y obsequia la gloria. Intuye, entrega. Y el balón es una cita a ciegas perfecta. Oribe Peralta aparece, anticipa la marca y empuja. 1-0. Minuto 6.
El Azteca se cimbra. Auténticamente. Se estremece. Como si los 104 mil microsismos del éxtasis se apoderaran de sus entrañas. México anota por fin en su fortaleza en este Hexagonal Final. Rompe maleficios. Reinstala respeto. La casona de fantasmas quiere volver a ser la casona de los tormentos.
Honduras quiere reaccionar. Un zapatazo del Muma causa dolor en la zaga, pero no causa daño. Muere en el limbo detrás de los anuncios.
Los catrachos equilibran el juego por momentos, pero México aprieta en la recuperación y quien sorprende con dureza, fuerza y viveza, en el ocaso de sus agilidades, es Torrado con la sociedad de Arce, aunque el cruzazulino, después de cuatro faltas consecutivas, a los 22, ya merecía la amarilla.
El gol deja un beneficio colateral al Tri. México hacía el gasto físico en el inicio. Ahora es Honduras quien hace recorridos largos. La persecución de la pelota es más intensa. Arrecian, recorren más metros, y agregan a su esfuerzo, la desesperación.
Y México parece una maquinita impredecible. Recorridos, relevos, cruzamientos, cambios de ritmo y de perfiles por parte de Gio, Reyna, Chaco y hasta Arce, desquician a los hondureños.

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