El quarterback, visiblemente desanimado, no tenía ganas de hablar con nadie. Sin embargo, un mensaje de su amigo cercano, Davante Adams, cambió el panorama por completo.
La noticia era que Adams llegaría a Nueva York para reunirse con Rodgers, un movimiento que reavivó la esperanza en un equipo que ha enfrentado un inicio de temporada turbulento. Los Jets, con un récord de 2-4 y tres derrotas consecutivas, necesitan un cambio radical para recuperar su rumbo.
"Es agridulce por lo que sucedió anoche", dijo Rodgers, haciendo referencia a la derrota ante los Bills. "Pero es emocionante. Tae y yo hemos hecho cosas grandiosas juntos. Él me ha hecho ver bien en muchas ocasiones."
El entusiasmo de Rodgers es comprensible. Adams es un receptor de élite con una conexión especial con el quarterback, lo cual podría revitalizar la ofensiva de los Jets. "No es solo un jugador de élite", comentó Jeff Ulbrich, entrenador en jefe interino. "La relación entre él y Aaron lleva su valor a otra dimensión".
Sin embargo, la llegada de Adams no soluciona todos los problemas. La defensa de los Jets sigue siendo vulnerable, especialmente contra el juego terrestre. La línea ofensiva tampoco ha logrado proteger a Rodgers de manera eficiente, quien fue derribado tres veces y golpeado en cinco ocasiones durante el partido contra los Bills.
La adquisición de Adams es un movimiento audaz por parte de los Jets, pero es solo una pieza del rompecabezas. El equipo necesita mejorar en varios aspectos para competir en una liga tan competitiva.