El aire se respira denso, cargado de expectativas incumplidas y la sensación de un cambio inminente. Un cambio que, para algunos, ya llegó.
Se esperaba la conferencia de prensa del Head Coach Kevin Stefanski para este domingo. Él, junto con el gerente general Andrew Berry, son los nombres que resuenan en cada conversación. Se rumorea sobre su permanencia, pero la verdad es que la sombra de la decepcionante temporada de 3-14 se cierne sobre ellos. La incertidumbre es palpable.
Pero la incertidumbre terminó para algunos. Se confirmó el despido de Ken Dorsey, coordinador ofensivo, y Andy Dickerson, entrenador de la línea ofensiva. La fuente, que prefiere mantener el anonimato, habló con la Associated Press. La noticia llegó el sábado, tras la aplastante derrota de 35-10 contra los Baltimore Ravens. Una derrota que selló el destino de estos dos entrenadores.
Dorsey, contratado con la misión de reestructurar la ofensiva alrededor de Deshaun Watson, no logró cumplir su objetivo. Una temporada llena de altibajos, donde la ofensiva de Cleveland se mostró notablemente inoperante. Solo en tres juegos superaron la barrera de los 20 puntos. Las lesiones, particularmente la del propio Watson — quien sufrió una rotura del tendón de Aquiles jugando solo siete partidos con un récord de 1-6 y sin superar las 200 yardas en ningún encuentro— jugaron un papel crucial en el fracaso ofensivo. Con la lesión de Watson, Dorsey asumió la responsabilidad de las jugadas, tarea que antes recaía en Stefanski.
La situación de Dickerson es igualmente compleja. Reemplazar a Bill Callahan, un entrenador respetado, siempre iba a ser un desafío. El juego terrestre nunca encontró su ritmo bajo su dirección, y la línea ofensiva permitió la asombrosa cifra de 66 sacks, aunque se debe considerar que algunos fueron responsabilidad de los quarterbacks.
Dorsey, un nombre con pasado en los Browns – uno de los más de 40 quarterbacks que han jugado para el equipo desde 1999 – se une a la lista de despedidos. Una temporada que inició con grandes expectativas, termina con un sabor amargo para muchos, y con el silencio anticipado de las siguientes decisiones de la gerencia.