La ciudad, escenario de grandes victorias y controversias, se encuentra nuevamente bajo el reflector de la atención mundial.
El nombre de Novak Djokovic, resonante como siempre, vuelve a ocupar los titulares, pero esta vez no solo por sus ambiciones en la cancha. El tenista serbio, a puertas de intentar batir un récord histórico –convertirse en el primer jugador con 25 títulos de Grand Slam individuales–, se enfrenta a una nueva controversia que trasciende el deporte.
Su entrenador en Australia, el también reconocido tenista Andy Murray, ha sido testigo de primera mano de la preparación de Djokovic para este reto. Sin embargo, la preparación no se limita únicamente al aspecto físico y técnico. Una entrevista concedida meses atrás a la revista GQ ha resurgido, generando una ola de especulaciones.
En dicha entrevista, Djokovic alude a “algunos problemas de salud” sufridos durante su controvertida detención en Melbourne en 2022, antes de ser deportado por no estar vacunado contra el COVID-19. Sus declaraciones, reveladas esta semana, son impactantes:
“Tuve algunos problemas de salud. Y me di cuenta de que en ese hotel en Melbourne, me alimentaron con comida que me envenenó,” declaró el tenista. “Hice algunos descubrimientos cuando regresé a Serbia. Nunca se lo dije a nadie públicamente, pero... tenía un nivel realmente alto de metal pesado. Metal pesado. Tenía... niveles muy altos de plomo y mercurio”.
Las afirmaciones de Djokovic, quien se acerca a los 38 años, han generado un gran revuelo. Durante una conferencia de prensa previa al Abierto, el serbio, evitó profundizar en el tema, limitándose a mencionar que la información detallada se encuentra en el artículo de GQ y que prefiere concentrarse en el torneo.
La pregunta que permanece en el aire es si el tenista cuenta con evidencia que respalde sus declaraciones sobre la relación entre los niveles de metales pesados en su sangre y la comida consumida durante su reclusión en Melbourne. Una respuesta que, por el momento, permanece sin respuesta definitiva.
El Abierto de Australia, con su carga de expectativa y drama, se perfila como el escenario perfecto para observar los próximos movimientos de Djokovic, tanto dentro como fuera de la cancha.