En el centro de la escena, dos equipos con una historia rica y llena de tradición: Notre Dame y Penn State, se enfrentaron en una batalla épica por un lugar en la final nacional. Penn State, el equipo número 6 del ranking, con un récord de 13-3, dominó gran parte del encuentro, construyendo una cómoda ventaja de 10-0 durante los primeros 28 minutos. Su entrenador, James Franklin, sin embargo, sumaba otra derrota ante un equipo del Top 10, dejando su balance en un decepcionante 4-20 en estas situaciones.
Pero la historia dio un giro inesperado. El mariscal de campo de Notre Dame, Riley Leonard, tras un golpe que lo envió a la carpa médica para una evaluación por posible conmoción cerebral, regresó al campo con una determinación inquebrantable. Su regreso marcó un punto de inflexión en el partido. “Él es un competidor, y los competidores encuentran la manera de ganar, y eso es lo que hace Riley”, declaró el entrenador de Notre Dame, Marcus Freeman, resaltando el espíritu competitivo de su jugador estrella.
Leonard, quien finalizó con 223 yardas por aire y 35 por tierra, lideró a los Irish en cuatro ofensivas anotadoras en la segunda mitad. Entre ellas, una anotación por pase y otra por acarreo, demostrando su versatilidad y destreza en el campo. Uno de los momentos clave fue una jugada crucial de tercera y tres, donde Leonard conectó un pase de 10 yardas con Jaden Greathouse, manteniendo viva la esperanza de Notre Dame.
El cuarto periodo fue una auténtica locura. Se anotaron 31 puntos en tan solo 15 minutos. Un empate a 24 con solo minutos por jugarse, luego de un touchdown de 54 yardas a Greathouse, donde un defensor de Penn State resbaló, demostró la alta volatilidad del encuentro. Finalmente, la intercepción del pase de Drew Allar por Christian Gray a 33 segundos del final, cambió el rumbo del juego. Esta brillante jugada defensiva permitió a los Irish avanzar 19 yardas para el gol de campo de 41 yardas de Mitch Jeter, sellando la victoria por 27-24 con solo 7 segundos en el reloj.
Con esta victoria, Notre Dame (14-1), séptimo preclasificado, se enfrentará al ganador del Cotton Bowl entre Texas y Ohio State en la final del campeonato nacional el 20 de enero en Atlanta. Marcus Freeman buscará convertirse en el primer entrenador afroamericano en ganar el título en el fútbol americano universitario de mayor nivel.
La victoria de Notre Dame fue un triunfo de la resiliencia, el trabajo en equipo y la capacidad de sobreponerse a la adversidad. Una demostración de que en el deporte, hasta el último segundo puede cambiar el destino del juego.