En la duela, el equipo de Phoenix Suns demostró una vez más su poderío, aunque no sin antes sortear un desafío considerable. El partido, que se disputó el jueves, estuvo marcado por un intercambio constante de canastas, una batalla sin cuartel que mantuvo a los espectadores al borde de sus asientos.
Kevin Durant, con sus 23 puntos, y Devin Booker, quien a pesar de un día para olvidar en tiros de tres (0 de 8), contribuyó con 20 puntos y 12 asistencias, fueron piezas fundamentales en la ofensiva de los Suns. Pero la sorpresa de la noche llegó desde la banca: Bradley Beal, en uno de sus mejores partidos de la temporada, encestó 25 puntos con una efectividad asombrosa (11 de 16 tiros de campo). “Ha sido un partido clave para mi adaptación al equipo”, podría haber declarado Beal, aunque no hay registros de sus declaraciones en el post-partido. Su entrada al juego fue decisiva, especialmente en el tercer cuarto, donde una bandeja suya sentenció un 98-92 a favor de los Suns.
Por el lado de los Hawks de Atlanta, la noche no fue menos emocionante. Trae Young lideró el ataque con 21 puntos y 7 asistencias, demostrando una vez más su talento innato. Sin embargo, a pesar de la excelente actuación de siete jugadores con dobles dígitos en puntos, la defensa no pudo contener el poder ofensivo de Phoenix.
El encuentro estuvo marcado por momentos de alta tensión. Grayson Allen, con sus 23 puntos, incluyendo cinco triples, fue pieza clave en la victoria de los Suns. Su último avance, a 36 segundos del final, selló el triunfo 123-115, a pesar del intento de remontada de los Hawks en los minutos finales. Los Suns comenzaron con un 75% de efectividad en tiros de campo en el primer cuarto (38-31), pero Atlanta respondió con un cuarto igual de efectivo para llegar al medio tiempo con ventaja (72-68).
El partido, en resumen, fue una muestra de baloncesto de alto nivel, una demostración de talento, estrategia y resiliencia. Un encuentro que sin duda quedará en la memoria de los aficionados.