Este año, la danza de entrenadores es particularmente vibrante, con varios equipos buscando un nuevo timonel para guiar a sus escuadras hacia la gloria.
En medio de este frenesí, los New Orleans Saints se encuentran en una situación peculiar: son el único equipo de la NFL sin entrenador en jefe, una vacante que cobra aún más relevancia al ser la ciudad sede del Super Bowl LVII. Esta peculiaridad añade una capa extra de intriga a la ya compleja búsqueda del nuevo estratega.
El coordinador ofensivo de los Eagles, Kellen Moore, emerge como el principal candidato tras su entrevista del lunes. Sin embargo, los Saints están obligados a esperar la conclusión del Super Bowl para poder contratarlo oficialmente. Esta espera forzada añade suspense a una decisión ya de por sí crucial para la franquicia.
Además de Moore, otros nombres han sonado con fuerza en las entrevistas: Darren Rizzi (entrenador interino de los Saints), Anthony Weaver (coordinador defensivo de Miami), y Mike Kafka (coordinador ofensivo de los Giants). La competencia es feroz, y cada candidato trae consigo una experiencia y una filosofía únicas.
Sin embargo, la búsqueda no ha estado exenta de contratiempos. Mike McCarthy se convirtió en el tercer candidato prominente en retirarse de la contienda, uniéndose a Joe Brady (Buffalo) y Kliff Kingsbury (Washington). Esto deja en claro la alta presión y las múltiples variables que se manejan en este mercado de entrenadores.
Mientras tanto, otros equipos ya han hecho sus movimientos. Los Patriots contrataron a Mike Vrabel; los Jets a Aaron Glenn; los Bears a Ben Johnson; y los Raiders recuperaron a Pete Carroll. Los Cowboys apostaron por Brian Schottenheimer, y los Jaguars por Liam Coen. Una oleada de cambios que resalta la importancia de contar con el entrenador adecuado para el éxito en la NFL.
La espera para los Saints continúa, una espera que define no solo el futuro de su equipo, sino que también refleja la dinámica cambiante y competitiva del mundo del fútbol americano profesional.