Naomi Osaka, la ex número 1 del mundo, regresó a los cuartos de final de un Grand Slam después de más de cuatro años con una actuación que recordó sus mejores días. Su rival, Coco Gauff, actual top 3 y una de las favoritas del torneo, no pudo contener los errores en momentos decisivos. "Fue una de esas noches en las que todo sale mal", podría resumirse el partido para la joven estadounidense.
El marcador final (6-3, 6-2) no refleja la intensidad del duelo, pero sí la diferencia en eficiencia:
- 33 errores no forzados de Gauff frente a solo 12 de Osaka.
- La japonesa aprovechó el 75% de los puntos en la red, contra el 58% de su rival.
- Gauff logró 4 aces, pero su segundo servicio fue vulnerable, con solo el 42% de efectividad.
El
Arthur Ashe vibró con los intercambios potentes, especialmente cuando Gauff aceleró su saque hasta 115 mph. Sin embargo, Osaka desarmó sistemáticamente su juego con una estrategia precisa:
dirigir todos sus derechazos al revés de Gauff, su punto débil. La presión acumulada se notó en el lenguaje corporal de la estadounidense, que en varios momentos miró desconcertada hacia su equipo.
Mientras tanto, Osaka mantuvo una rutina disciplinada entre puntos: golpes suaves al muslo izquierdo, ajustes meticulosos de las muñequeras y murmullos de motivación. Esa rutina, aprendida en sus años de dominio, funcionó como un reloj suizo. Cuando cerró el partido con un passing shot impecable, su celebración fue contenida pero significativa: un puño al aire y una sonrisa que decía
"nunca me fui del todo".
Detrás de las cifras, hay un dato revelador: Osaka convirtió el 100% de los breaks points que tuvo, mientras que Gauff desperdició sus dos únicas oportunidades. En el tenis de élite, esos pequeños porcentajes suelen escribir la historia.
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