CIUDAD DE MÉXICO
La actriz recuerda sus juegos de infancia: gimnasia, futbol y el incendio de bichos.
Cuando tenía seis años, Ana Claudia Talancón se incendió con alcohol mientras intentaba matar a un insecto; el resultado fue quedarse sin cabello, quemaduras de tercer grado y tres meses en el hospital.
“Pero no quedé tan mal, ¿verdad? O mejor dicho, ya se explicarán por qué quedé así”, dice bromista la actriz.
A veces los juegos pueden ser peligrosos, como le ocurrió a Ana, pero la mayoría de las veces son gozosos y la actuación, dice, es una buena excusa para seguir escudriñando en su niñez.
La actriz de 32 años no fue una niña que, en las grandes ciudades, podría considerarse típica.
Jugó futbol americano durante dos temporadas, lastimándose los dedos; se enroló en un equipo de soccer como “mediocampista adelantada” y durante un tiempo practicó gimnasia olímpica, que le ocasionó una fractura en un pie al aventarse un salto mortal hacia atrás y golpearse en la barra.
“’Machorra’ es un término que se le ha dado a las mujeres que practican ciertos deportes o que son más ruditas, pero es un término muy citadino, en Cancún (donde nació) no teníamos esos estereotipos, no teníamos ese tipo de limitaciones y mis papás me dejaban jugar en todos los equipos.
“También tuve mi época de muñecas y tecito, recuerdo que una de las navidades más felices fue cuando me dieron el Hornito Mágico; podías hornear realmente porque venía con su mezcla y al final terminamos haciendo pasteles con Tang”, recuerda.
El día que la discriminaron
Ana Claudia se encuentra promocionando la cinta El sueño de Iván, a estrenarse el 14 de febrero, en donde interpreta a una comisionada de la UNICEF para ayudar a un equipo de futbol infantil que se enfrentará a un equipo de estrellas del profesionales.
Si en la película los niños tienen la ilusión de pisar un estadio, en la vida real la actriz cancunense deseaba, de niña, ser pediatra, veterinaria, cantante y hasta bombera, luego del accidente que tuvo con el fuego.
Pero cuando estaba entrando a la adolescencia los juegos cambiaron y encontró la actuación.
Si alguien se da una vuelta en el Colegio Morelos de Cuernavaca, se encontrará con una placa conmemorativa de un grupo de niñas que, luego de montar la obra musical El diluvio que viene, regrabar sus canciones y vender diversos souvernirs alusivos, donaron 11 mil pesos a la Cruz Roja.
Ana Claudia, que entonces tenía 15 años, figura en la lista.
“A mí me funcionó comenzar en la actuación jugando; digo, sí era un juego pero no se puede llegar tarde, pararte en el lugar donde no te toca; para mí sigue siendo un juego”, señala.
Víctima de misoginia
Como en todo juego, en su carrera de actriz Talancón se ha encontrado con “adultos” o “niños mayores” que desean aguar la diversión.
En un casting, Ana Claudia padeció misoginia por parte de un director, del que se reserva el nombre.
“A los hombres les decía: no te lo aprendiste corazón, no te preocupes, traigan el guión, y con nosotras (las actrices) decía: ¿ya te lo aprendiste o no, burra? Eran cosas así, discriminatorias, espantosas”, narra.
Pero nada de eso le ha quitado las ganas de seguir en su carrera. Hasta piensa, cuando sea el momento, “jugar” como directora de un cortometraje.
“Claro que en esto a veces hay tensión, de que te dicen ‘apúrate y aplícate’; cuando hay llamados hasta las cinco de la mañana y llevas 23 horas trabajando, o cuando no te dan de comer después de nueve horas porque la producción te trata pésimo, pero no dejo de tener este gusto por la actuación y por este juego que es el cine”.