Nueva York, NY
El actor confiesa su satisfacción por reaparecer en la gran pantalla y con una historia fuerte.
Sin un éxito destacable desde la trilogía de Matrix y ausente de las superproducciones de Hollywood desde 2008, Keanu Reeves confiesa su satisfacción por reaparecer en el cine de gran formato con 47 Ronin, una historia épica de honor ambientada en el Japón del siglo XVII que llega al cine en Navidad.
“No estaba huyendo de los estudios. Simplemente, no ha sucedido. y está bien estar de vuelta”, reconoce Keanu Reeves, que interpreta en este filme al paria mestizo Kai, uno de los 47 hombres desheredados de la tradición samurái en esta historia clásica de la cultura japonesa.
En este filme, cuyo presupuesto supera los 200 millones de dólares, Reeves lucha en la pantalla por restituir el honor de su amo traicionado, pero también vuelve para luchar por su honor en el olimpo de Hollywood.
El actor busca reconciliarse con un estrellato del que se salía por la tangente no solo con un grupo de música o con sus accidentadas carreras en moto, sino con filmes alternativos como My Own Private Idaho, Thumbsucker o con el documental que él mismo dirigió, Man of Tai Chi.
“Siempre he querido hacer historias independientes y películas de estudio. Los estudios te dan la oportunidad de crear mundos y alcanzar dimensiones que evidentemente no puedes alcanzar en el cine independiente”, explica. “Pero las películas independientes son capaces de contar historias menos populares -prosigue-. Espero haber sido capaz de aportar algo en esas películas no tan populares”.
47 Ronin, para él, combina ambas tendencias. “Esta película crea un mundo y tiene una escala y un objetivo de fantasía, pero a la vez habla de luchar por tu lugar, tu casa, quienes somos, eso es universal. Es acción y fantasía, pero también intimidad”.