Ricky Martín conquista la CDMX

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CDMX


El arte de la fácil seducción se llama Ricky Martin. Lo que hace con las mujeres y los hombres es incomprensible.


Se oían gritos por doquier, señoras gritando sin sentido, gays desgañitados en la plancha del Zócalo porque, ver al boricua de traje, fue como una fantasía que los y las fans tienen con él.


Mr. Put it Down fue esa rola de elegancia, de letra prácticamente desconocida, pero lo que valió fue morbosearlo prácticamente. Así de fácil es para Ricky ganarse el aplauso: salir al escenario, sonreír, soltar un par de nalgadas al aire y bailar como un demonio latino.


Así es como la bomba boricua explotó junto a sus bailarines y unas bailarinas que hacían twerking como diosas durante Shake your bon-bon.


La verdad es que la gente estaba más prendida por el puertorriqueño y su show que por la rolas, incluso algunas señoras se peleaban en la pista porque unas chicas les ganaron el lugar.


Algo que jamás se comprenderá es por qué el puertorriqueño no canta sus hits en su versión en español, tan emocionada que estaba la gente al escuchar el inicio de Livin’ La Vida Loca que se puso a bailar, pero apenas oyeron que la letra era en inglés, la euforia se les bajó.


Otro tipo se daba cuenta de que le habían volados sus audífonos. Así, el folclor de un show gratis, donde los maloras también llegan a hacer de las suyas.


Muchos niños estaban aburridos entre la multitud, mientras sus madres se ponían sentimentales con Tal Vez y Asignatura pendiente.


Esto lo digo siempre, es una noche especial y quiero que nos olvidemos de los problemas en el trabajo y de la situación del país y nos vayamos sudados de tanto bailar”, fue su primera intervención.


En poco tiempo Ricky ya había presumido brazo, tatuaje, una falda que se sacudía tan fuerte como el grito de la gente y una camisa blanca que terminó empapada tras Disparo al corazón.


Un momento totalmente de nostalgia, de bajón y romance, después de un arranque tremendo que incluyó Adrenalina, que grabó junto a Wisin para el mundial de Brasil 2014.


La gente estaba emocionada, pero el escándalo era algo bajo en decibeles. A comparación de otros shows bajo el lábaro patrio, éste se vio con una asistencia un poco menos colosal que con Caifanes hace dos semanas.

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