Sylvester Stallone abre su vida al mundo

Comparte secretos de actores contemporáneos como Robert de Niro, explicó su obsesión por los relojes

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Mientras en cine demuestra que no pretende jubilarse con la cuarta parte de Los indestructibles, desde la plataforma de streaming de Netflix (sin importar la competencia del reality La Familia Stallone de Paramount+), Sylvester Stallone abrió su vida entera con el documental Sly.

¿Cómo reaccionaste al ver la realidad de tu vida?Fue como subirme a una montaña rusa, porque no me acordaba de algunas cosas que había dicho. Y cuando las volví a ver tampoco supe cómo podía llegar a interpretarlo la gente. Me cuestioné también si debería haberme abierto tanto, aunque al final estoy bastante orgulloso de hacerlo. Y Thom, el director, estuvo brillante en ciertas cosas que yo ni siquiera quería revelar. Pero él lo consiguió.

¿Qué tan diferente era el cine en tus inicios?Entré al mundo del cine cuando el sistema de los grandes estudios se estaba derrumbando. Hacían musicales gigantes, hasta que llegó Peter Fonda y Dennis Hopper con Busco mi camino (1969), donde parecía que los actores inventaban sus propios diálogos, se veía todo muy real. Fue el principio de una nueva clase de cine en el que surgieron desconocidos de aquel entonces, como Al Pacino y Robert De Niro.

¿En aquel entonces te convertiste en los más humanos del cine, Rocky y Rambo?Nunca me gustó el estilo de cine exagerado de los años 50 y 60, pero terminé atrapado dentro de la cabeza de los ejecutivos de los estudios, porque les encantaban los héroes como Hércules. Y solo había ciertos actores que podíamos llegar a interpretarlos. Me gustaba la fantasía de Simbad El Marino, todo lo que fuera místico y me alejara del mundo físico. Era como si no quisiera vivir en el mundo real. Y yo quería ser John Rambo, un psicópata que mataba a todos. Me lo rechazaron 10 veces, porque no querían ningún psicópata, hasta que lo entendí, porque tampoco necesitaba ser un psicópata total, podía conseguir que luchará al límite y es lo que cambió toda la estructura. Resultó ser algo muy diferente.

El documental Sly, disponible en Netflix, muestra a Sylvester Stallone como nunca antes se había visto. Él comienza aceptando su arrepentimiento, habla de la gloria del éxito hasta el amargo enfrentamiento con el fracaso. Se le ve sincero, vulnerable, sin aires de grandeza. Un Stallone mucho más humano que Rocky y mucho menos confrontador que Rambo.

Y en un viaje por el tiempo, nos lleva por los mejores y los peores momentos, sin el menor índice de censura previa. No deja ningún secreto por confesar en un documental en el que hasta en el título se presenta como sólo lo llaman sus más íntimos amigos y familiares: Sly.

El año pasado también fue complicado en el sentido de que su personaje pugilista no apareció en Creed 3, el debut como director de Michael B. Jordan, por ciertas diferencias con el manejo de los personajes.

¿Qué tiene de especial el director Thom Zimny?Tiene una forma única de conseguir que entres en su juego. Como cuando aparezco en el pasillo y él me hace preguntas, yo no entendía cómo es que no estábamos más cómodos en un sillón. Terminé parado, sin saber que hacer con mis manos y, antes de darme cuenta, ya no podía cerrar la boca, empecé a hablar por pura angustia. Me cuestionaba cuándo se iba a mover con la cámara, pero siguieron grabando sin parar, para bien. Nadie venía por mí. Y, eventualmente, quedé atrapado en aquel ritmo… porque si te graban toda la vida, vas a seguir y seguir, sin ningún control. El director lo tenía. Yo no entendía qué era, pero él lo logró siempre. No parecía nada real, cuenta con un estilo que no es para nada usual.

¿Logró sacarte de tu zona de confort?Sí, completamente. Yo no estaba para nada cómodo. Caminábamos por las calles de Nueva York mientras él me preguntaba algo y mirando a los taxis, por ejemplo, me acordaba de mi padre. Él era el jefe de mi trabajo, porque yo no había planeado decir nada de lo que dije.

¿Es un perfil vulnerable que nunca te gustó compartir con la gente?Debe ser por el tipo de persona que yo también había presentado muy temprano en mi carrera, una persona demasiado física, por lo que automáticamente adopté el estereotipo. Si ves a alguien fumando en pipa con anteojos, enseguida asumes que es una persona brillante, pero si abre la boca y tiene solamente un diente, tu percepción cambia. Y si ves a alguien con muchos músculos vas a pensar que es un idiota. A todos nos juzgan por como nos vemos. Eso es lo que pasó conmigo, aunque yo también soy responsable.

¿Por qué?Cuando escucho las cosas que decía, me siento un imbécil. Desafiaba a todos los que no publicaban una buena crítica, hasta que me di cuenta de que era parte del negocio aceptar lo bueno y malo. Pero la gente veía ese lado mío igual que la prensa. Hoy lo entiendo mucho mejor. Como la fascinación por seguir filmando más y más versiones del mismo personaje, cuando todos creían que era tabú. Nadie entendía por qué lo seguía haciendo, pero yo crecí viendo programas de televisión que estuvieron al aire durante 15 años. Y era porque la gente adoraba esos mismos personajes. Y con Rocky, me pareció que podía ir mucho más lejos, aprovechando el lado malo de su ego.

¿Qué te hubiera gustado cambiar de esa época?Supongo que debí filmar muchas más versiones de Cop Land, porque me encantan las filmaciones así, con buenos actores invitados. Ésa es mi especialidad, aunque es algo difícil de percibir para la gente, pero es algo que hoy estoy tratando de hacer con la serie de Tulsa King, en la que estoy tratando de llevar la mayor cantidad de actores posibles. Yo mismo los llamo para decirles ‘Mejor que hagas esto antes de morir. Quiero que vengas. Vamos’. Mientras pueda, yo quiero poder trabajar con todos los actores que considero fantásticos.

¿Por qué crees que Cop Land no tuvo el mismo éxito que Rocky?Fue un tema comercial y, de nuevo, la percepción de la gente tuvo mucho que ver. Cuando filmamos esa película, Harvey Weinstein la estaba haciendo con Miramax como una producción de invierno, donde no era la clase de cine para ver después de un día de playa. Me pareció una buena idea estrenarla en noviembre, pero la estrenaron en agosto y… no prendió al público. Pero yo estoy orgulloso de ese trabajo y disfruté el hecho de trabajar con actores fantásticos como De Niro, Ray Liotta y Harvey Keitel.

¿Mantienes contacto con actores contemporáneos?Es un tema interesante, porque aunque no hablábamos entre nosotros durante el rodaje de Cop Land, al momento de encender las luces del estudio, parecía que nos conocíamos de toda la vida. Algunos actores son muy locos. Es lo que también los hace ser tan buenos. No son trabajadores sociales. Y si los invitas a salir o ir a cenar, olvídate. Te piden el número de teléfono, prometen llamar, proponen juntar la familia, hasta llegan al auto. Y después, es como amnesia. Pero es lo que muchísimos actores tienden a ser: solitarios. Realmente lo son. Tienen su propio grupo, muy diminuto. Y esa soledad supongo que viene de la infancia. No tienden a ser demasiado sociables.

¿Y si tuvieras que recomendar alguna de tus películas que no llegamos a ver?Me gustó Halcones de la noche (1981). Me parece una historia interesante de aquel entonces (sobre un terrorista internacional perdido en Nueva York, mucho antes del ataque a las Torres Gemelas), porque hasta ese entonces, en Estados Unidos, jamás habíamos experimentado esa clase de terrorismo. Era algo impensable. Y también tiene muy buenas actuaciones.

¿Alguna otra de acción?Lo crean o no, a mí me gusta El demoledor (1996), porque es algo que hoy podría pasar, casi. Personalmente, yo admiro aquello que sé que nunca podría llegar a hacer. Me pareció fantástica.

En el Festival de Toronto hubo una exhibición de tus pinturas y destaca un reloj, ¿te preocupa el paso del tiempo?Creo que 100 de las pinturas que tengo guardadas, noventa tienen relojes, porque de eso se trata todo. Cuando llegas a cierta edad, te vuelves demasiado consciente del tiempo, especialmente cuando elegiste un mal camino, cuando fuiste a la izquierda en vez de la derecha en la vida. Y en una pintura, si el reloj marca las 11, es demasiado temprano y esta persona se ve genial, mucho más vibrante y optimista. Si pasa la medianoche, la pintura empieza a ser mucho más oscura, con pocos colores. Es una herramienta que aprovecho para darle el tono a mis obras.

Stallone guarda un vínculo con México, no sólo por ser fanático del boxeador Saul El Canelo Álvarez, sino también porque alguna vez intentó comprar al coleccionista Gerardo Leal la motocicleta Harley Davidson que Pedro Infante condujo en vida por su pasión por estos vehículos de dos ruedas.

Este año, Stallone estrenará la cinta de acción Armored y continuará con la secuela de Némesis, en la que interpreta a un veterano vigilante que sale del retiro para ayudar a su ciudad, cuya primera parte está en la plataforma Prime Video.

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