Nicole Kidman, la brillante actriz australiana, fue galardonada con la Copa Volpi a la Mejor Actriz por su papel en "Babygirl". Sin embargo, la alegría por el reconocimiento se vio opacada por una noticia que la obligó a abandonar el festival: la muerte de su madre, Janelle Kidman.
"A mi llegada a Venecia me enteré de la muerte de mi madre", leyó con voz entrecortada Halina Reijn, directora de la película, quien recibió el premio en nombre de Nicole. "Estoy conmocionada y debo reunirme con mi familia. Este premio es para ella".
La tristeza se apoderó de la atmósfera mientras la noticia se extendía entre los asistentes. Nicole, una mujer que siempre ha mostrado su fortaleza ante la cámara, debió enfrentarse al dolor más profundo. La pérdida de su madre, su pilar de apoyo, la obligó a dejar atrás la celebración y regresar a casa para acompañar a sus seres queridos en este momento tan difícil.
Mientras Nicole se despedía de Venecia, otro director, Pedro Almodóvar, escribía su propio capítulo en la historia del cine. Su primer largometraje en inglés, "La habitación de al lado", una conmovedora película sobre la eutanasia, le valió el León de Oro. "Despedirse de este mundo dignamente es un derecho fundamental", declaró Almodóvar al recibir el premio, defendiendo con pasión la decisión de una mujer que buscaba el fin de su sufrimiento.
La ceremonia, que comenzó con el fulgor de las estrellas, terminó envuelta en un velo de nostalgia. Nicole Kidman, una figura emblemática del cine, dejaba atrás el brillo de la pantalla para reencontrarse con la realidad de la pérdida. La vida, en su complejidad, nos recuerda que el dolor y la alegría caminan juntos, y que incluso en la cima del éxito, la fragilidad humana se hace presente.