En una entrevista reciente, Kellie, de 71 años, confesó que su transición no fue un acto de valentía, sino una necesidad. "Si no hubiera hecho lo que hice, honestamente no creo que estuviera aquí hoy", dijo, revelando el dolor que la llevó a tomar esta decisión.
La decisión de Kellie no estuvo exenta de dificultades. Su familia, especialmente sus hijas, enfrentaron un cambio significativo en sus vidas. Emma, la hija mayor, fue clave en el proceso de sanación de Kellie. Tras un intento de suicidio, Emma le dijo a su madre: "No sé qué significa eso. Pero lo que sí sé es que prefiero a mi papá en un vestido a que esté en un ataúd."
Estas palabras, llenas de amor y comprensión, marcaron un punto de inflexión en la relación entre madre e hija. Kellie ha reconocido que su vínculo con sus hijas se ha fortalecido aún más desde entonces.
A pesar de los desafíos, Kellie ha encontrado la fuerza para seguir adelante. Su historia se ha plasmado en un documental llamado "Knockout Blonde", que explora su viaje personal y el impacto que tuvo en su familia. Kellie espera que este proyecto sea educativo y ayude a las personas a comprender mejor la realidad de las mujeres transgénero.