"Fue un tiempo terrible. Toda la generación mayor de mi familia murió en los primeros meses de la primera ola de Covid", confesó Smith en una serie de entrevistas recientes. Esta experiencia, junto a la pérdida de amigos cercanos, ha transformado la manera en que percibe la muerte, dejándole un profundo impacto personal.
El dolor se refleja en "Songs of a Lost World", un álbum de ocho canciones que ha recibido críticas positivas. El periódico The Telegraph le otorgó cinco estrellas, describiéndolo como "perversamente edificante en su nihilismo y lo mejor desde su debut". La composición de la música, un proceso complejo para Smith, le ha servido como una forma de catarsis. "Puedo escribir palabras, pero no realmente siento ganas de cantarlas", confesó. Sin embargo, el proceso creativo le ha permitido canalizar el dolor y la pérdida, encontrando un espacio para la reflexión y la sanación.
"I Can Never Say Goodbye", una de las canciones del álbum, está dedicada a la memoria de su hermano Richard. Interpretarla en vivo le ha brindado una conexión especial con el público, compartiendo su dolor personal de una manera poderosa.
El álbum culminará con "Endsong", una canción de 11 minutos que Smith dedicó a reflexionar sobre su propia vida y la inevitable llegada de la vejez. La banda, formada en 1978, continúa adelante con Robert Smith como único miembro constante. El futuro de The Cure parece incierto. Si bien Smith ha insinuado que podría llegar a su fin alrededor de su 50º aniversario en 2028, la banda ya tiene tres álbumes casi listos, frutos de sesiones de grabación realizadas en 2019.
A pesar de la oscuridad que impregna su nuevo material, las presentaciones de The Cure siguen manteniendo un ambiente celebratorio. Smith, con una energía contagiosa, ha sido visto bailando en los últimos conciertos, demostrando que aún puede encontrar alegría incluso en medio de su material más oscuro.