Este año, mientras la familia real británica se reúne en Sandringham para la cena de Nochebuena, aproximadamente 40 invitados se preparan para una celebración repleta de costumbres ancestrales. Entre ellas, una particularmente singular: una tradición que, según se rumorea, ha generado malestar entre algunos miembros de la realeza a lo largo de los años, incluyendo a la recordada Princesa Diana de Gales.
Se trata de una peculiar costumbre que involucra una báscula. Sí, leyeron bien. Antes y después de la opulenta cena navideña, los miembros de la familia real se pesan. "La Reina Isabel II era una gran aficionada a esta práctica", se comenta entre los círculos cercanos a la monarquía. El objetivo, aparentemente simple, es medir el disfrute del festín navideño: un aumento de al menos un kilogramo se considera una señal de éxito gastronómico.
Sin embargo, esta tradición, aparentemente inofensiva, ha tenido un impacto considerable en algunos miembros de la familia. Para la Princesa Diana, quien luchó contra la bulimia, la práctica era una fuente de ansiedad. Esta misma tensión, según diversas fuentes, afecta en la actualidad a Kate Middleton, quien ha tenido que lidiar con la presión añadida por esta peculiar costumbre.
El contraste entre esta tradición y otras experiencias navideñas dentro de la familia real es notable. El Príncipe Harry, en su autobiografía, describe los intercambios de regalos como momentos eufóricos, llenos de alegría y cientos de presentes. "Un momento inolvidable", lo describe el mismo Príncipe.
Así, la Navidad en la familia real británica se revela como una mezcla de costumbres arraigadas, algunas encantadoras y otras, que arrojan una luz distinta sobre la vida dentro de los muros del palacio. La aparente frivolidad de la pesada contrasta con la carga emocional que representa para algunos.