Pero, ¿qué pasa con quienes dan el primer paso, los que toman el riesgo, los que apuestan por una visión?
El director Tim Miller, responsable del éxito arrollador de la primera película de Deadpool, protagonizada por Ryan Reynolds, ha decidido levantar el velo sobre su propia experiencia. La cinta, lanzada en 2016, recaudó más de 782 millones de dólares en todo el mundo, generando dos secuelas: Deadpool 2 (2018) y Deadpool vs Wolverine (2024). Esta última, por cierto, tuvo el mejor estreno para una película con clasificación R en Estados Unidos, alcanzando los 205 millones de dólares.
Sin embargo, el camino al éxito para Miller, quien para entonces era un director debutante, no estuvo pavimentado de oro. Durante una entrevista con Collider, reveló una cifra inesperada: su salario por dirigir Deadpool, un proyecto que le demandó dos años de arduo trabajo, fue de $225,000 dólares. “Para dos años de trabajo, no es una gran cantidad de dinero,” comentó Miller, aclarando que, si bien agradece la oportunidad, la cifra dista mucho de reflejar el impacto de la película.
Miller, cuyos otros trabajos incluyen la serie de Netflix Love, Death & Robots y Terminator: Dark Fate, reflexionó sobre su experiencia: “Mi agente me dijo: ‘¡Ganas más por un episodio de The Walking Dead!’” Su participación en la franquicia Deadpool, a pesar de ser increíblemente exitosa, no se tradujo en una remuneración proporcional a la magnitud de su contribución. Su anhelo por una mayor participación en los ingresos por merchandising, es un reflejo de la realidad para muchos creativos detrás de las grandes producciones.
Vale la pena destacar que las secuelas de Deadpool tuvieron otros directores: David Leitch para la segunda parte, y Shawn Levy para la tercera, esta última con la incorporación de Hugh Jackman como Wolverine, gracias a la adquisición de Fox por parte de Disney en 2019. Mientras que la película fue bien recibida por el público, la crítica tuvo opiniones divididas, con algunos señalando una falta de cohesión narrativa.
La historia de Tim Miller sirve como una interesante reflexión sobre la economía de Hollywood y la brecha que puede existir entre el éxito comercial de una película y la remuneración de quienes la hacen posible. Un recordatorio de que detrás de cada éxito cinematográfico, hay historias individuales que van más allá de los números en taquilla.