Recientemente, una conocida actriz ha decidido alzar su voz, compartiendo experiencias que, lejos de ser excepcionales, revelan una problemática persistente.
Kate Beckinsale, a sus 51 años, ha utilizado sus redes sociales para relatar una serie de episodios que vivió durante su trayectoria en la industria cinematográfica. Su testimonio, un valiente video publicado el 29 de diciembre, llega como un eco a la denuncia de acoso sexual presentada por Blake Lively contra Justin Baldoni, a finales del mismo mes.
“Dije: ‘No puedo. Estoy sangrando. No quiero cambiarme de ropa frente a desconocidos para una sesión de fotos mientras tengo un aborto espontáneo’,” recuerda Beckinsale, describiendo la presión que sintió por parte de una publicista que la amenazó con demandas legales si se negaba a participar en una sesión fotográfica un día después de sufrir un aborto espontáneo. Esta anécdota, lejos de ser una excepción, forma parte de un conjunto de situaciones que reflejan una cultura de silencio y abuso dentro de la industria.
Entre otras experiencias, Beckinsale narra la presión constante por mantener una imagen física ideal, sometiéndose a dietas tan extremas que llegó a perder su periodo menstrual en dos ocasiones. Además, detalla situaciones inseguras durante escenas de acción, resultando en lesiones que requirieron resonancias magnéticas. En otra producción, un coprotagonista en estado de ebriedad diario retrasó el rodaje hasta seis horas al día, impidiéndole pasar tiempo con su hija. Su frustración solo le valió ser tratada con desdén por parte del equipo técnico.
Su testimonio también incluye episodios de manipulación psicológica y exclusión de reuniones de elenco. Incluso, menciona ser vetada por Harvey Weinstein, aunque aclara que no fue víctima de agresión sexual por parte del productor. Y como si esto fuera poco, recuerda un incidente de acoso sufrido a los 18 años por un miembro del equipo de producción en quien confiaba, incidente negado por otras actrices del rodaje, dejando a Beckinsale aún más aislada.
Las vivencias de Beckinsale no solo ilustran la problemática del acoso y las represalias en Hollywood, sino también la dificultad de denunciar este tipo de situaciones, y cómo, a pesar del auge del #MeToo, la cultura tóxica aún persiste. La actriz misma señala poseer “unas 47 millones de historias similares”, reforzando la urgencia de cambiar las prácticas de la industria y proteger a quienes se atreven a alzar su voz.
El caso de Lively, con la denuncia formal presentada ante el Departamento de Derechos Civiles de California, y la respuesta de Baldoni negando las acusaciones, muestra la compleja red de poder y silencio que sigue operando en Hollywood. Beckinsale, con su testimonio, se une a una creciente lista de voces que buscan iluminar los rincones oscuros del sueño americano, mostrando que el glamour a menudo esconde una realidad profundamente problemática.