La película, basada en la novela ganadora del Premio Pulitzer de Colson Whitehead, no se limita a una simple traslación a la pantalla. Es una reflexión profunda sobre cómo y por qué narramos historias sobre el pasado y sus traumas. La historia se centra en la amistad entre dos jóvenes afroamericanos, Elwood (interpretado por Ethan Herisse y Ethan Cole Sharp) y Turner (Brandon Wilson), en la Academia Nickel, una institución correccional juvenil en Florida, más parecida a una prisión que a un centro de rehabilitación.
El contexto histórico es crucial. En 2012, se descubrió una fosa común sin marcar en los terrenos de la Florida School for Boys, con 55 entierros identificados y evidencia de al menos 100 muertes. Cada cuerpo representa una historia perdida en el tiempo. Nickel Boys honra su memoria a través de Elwood y Turner, quienes enfrentan su destino de maneras diferentes.
Elwood creció en un ambiente teñido de optimismo, con referencias a la marcha de Selma a Montgomery, el programa espacial Apolo y la promesa de una educación superior sin racismo. En contraste, Turner procede de un entorno mucho más duro, insinuado a través de un montaje rápido de un vagón de tren que atraviesa el paisaje, sin mostrar evidencia de un hogar.
La película destaca la fuerza de su amistad, particularmente en una escena conmovedora donde Hattie (Aunjanue Ellis-Taylor), la abuela de Elwood, llega a la academia. A pesar de los intentos de ocultar a Elwood, Hattie encuentra a Turner y lo abraza, demostrando la conexión que trasciende la adversidad.
La innovadora técnica de cámara en primera persona de Ross, similar a la de su documental Hale County This Morning, This Evening, nos sumerge completamente en la experiencia subjetiva de los personajes. Las imágenes nos muestran detalles que sugieren la violencia y el sufrimiento: una cicatriz en la rodilla de una mujer, la forma en que un hombre se quita los anillos, anticipando un acto violento. El espectador participa activamente en la reconstrucción de la narrativa, interpretando las señales sutiles.
La película presenta la violencia de forma fragmentada, tal como la mente podría recordarla, con momentos en que la cámara se aleja de la perspectiva en primera persona para observar la expresión de un personaje, planteando la pregunta: ¿qué significan estos recuerdos para ellos? ¿Para nosotros?
En un encuentro casual, un antiguo compañero de la academia se muestra reacio a hablar sobre lo sucedido, respondiendo con un tajante: “No sé qué más quieres que recuerde.” La película, por lo tanto, nos invita a reflexionar sobre la carga de la memoria y su peso en la construcción de la historia.