En el centro de la atención está Lily-Rose Melody Depp, una joven actriz que, lejos de depender de su ilustre apellido –hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis–, ha construido una carrera sólida y prometedora. Nacida el 27 de mayo de 1999 en Neuilly-sur-Seine, Francia, Lily-Rose creció entre París, Nueva York y Los Ángeles, un crisol cultural que sin duda ha influido en su versatilidad actoral.
Su incursión en el cine no fue un debut improvisado. Tras un cameo en Tusk (2014), dirigida por Kevin Smith, Lily-Rose demostró su talento en Yoga Hosers (2016), compartiendo créditos con su padre. Pero su ambición traspasa la pantalla: desde 2015, es embajadora de Chanel, protagonizando campañas internacionales que la han convertido en un icono de la moda.
Su filmografía es un catálogo de experiencias diversas: la desafiante interpretación de Isadora Duncan en The Dancer (2016), que le valió nominaciones a los Premios César y Lumières; la elegante participación en la cinta francesa A Faithful Man (2018), con otra nominación a los César; su rol en la épica producción de Netflix, The King (2019), junto a Timothée Chalamet; y la comedia navideña con un toque apocalíptico, Silent Night (2021).
Más allá de la actuación, Lily-Rose ha participado en videoclips, el documental Period. End of Sentence, y ha mantenido su exitosa carrera como modelo. Sin embargo, es su papel en la nueva versión de Nosferatu el que ha desatado el interés mundial.
Dirigida por el aclamado Robert Eggers (The Witch, The Lighthouse), esta adaptación promete una reinterpretación del clásico del cine mudo, mezclando la atmósfera oscura y romántica del original con elementos contemporáneos. Si bien los detalles de la trama se mantienen en secreto, la elección de Lily-Rose para un papel protagónico indica la confianza que los productores tienen en su talento.
A pesar de su exposición mediática, Lily-Rose ha mantenido un perfil bajo en su vida personal, valorando su privacidad. Sus relaciones sentimentales han sido objeto de especulación, pero lo cierto es que su carrera brilla con luz propia, incluso sin la necesidad de los reflectores hollywoodenses.