Florence Pugh, la aclamada actriz de 29 años, conocida por sus papeles en Midsommar y Little Women, ha compartido públicamente sus reflexiones sobre el rodaje de la perturbadora película de terror de 2019, Midsommar. En una entrevista en el podcast Reign with Josh Smith, Pugh abordó la pregunta sobre el cuidado de su salud mental durante el trabajo actoral.
"No creo que pueda hacerlo sin ir hasta el fondo y meterme completamente en los personajes que interpreto. Siempre hay una parte de mí ahí", confesó la actriz. Su compromiso con la autenticidad la llevó a un punto límite durante la filmación.
Pugh describió su experiencia en Midsommar con una honestidad cruda: "Hubo algunos papeles donde di demasiado y estuve destrozada durante mucho tiempo después. Como cuando hice Midsommar, definitivamente sentí que me abusé a mí misma para llegar a donde necesitaba llegar".
El papel de Dani, la protagonista de Midsommar, exigió a Pugh una exploración profunda del dolor y la vulnerabilidad. La actriz explicó que se vio obligada a crear un espacio mental tan oscuro e intenso que, posteriormente, la dejó emocionalmente exhausta. La experiencia le enseñó la importancia de establecer límites claros en su trabajo, reconociendo que la entrega total no siempre es sostenible.
A pesar de la dureza del proceso, Pugh mantiene una perspectiva equilibrada. "Pero luego miro esa actuación y estoy realmente orgullosa de lo que hice, y estoy orgullosa de lo que salió de mí. No me arrepiento", afirmó. Esta declaración refleja un proceso de autoevaluación y aceptación de las experiencias profesionales, incluso las más desafiantes.
La participación de otros actores en Midsommar, incluyendo Will Poulter, Jack Reynor, William Jackson Harper y Vilhelm Blomgren, formó parte del contexto de este intenso rodaje. La película, escrita y dirigida por Ari Aster, se convirtió en un punto de inflexión en la carrera de Pugh, no solo por su éxito crítico, sino por las lecciones personales que dejó en su estela.
El relato de Pugh sirve como un recordatorio de la compleja interacción entre la vida personal y profesional de los actores, y la necesidad de establecer un equilibrio entre la entrega artística y el cuidado de la salud mental.