En el centro de la tormenta se encuentran Justin Baldoni, director y productor de la cinta, y la actriz principal, Blake Lively, junto a su esposo, Ryan Reynolds. Baldoni ha presentado una demanda por difamación y extorsión contra Lively y Reynolds, solicitando la impresionante cifra de 400 millones de dólares. Una demanda que también involucra inesperadamente a la superestrella Taylor Swift.
Según la denuncia, obtenida por Page Six, la situación se intensificó tras una reunión en el ático neoyorquino de Lively, a la que también asistieron Reynolds y Swift. En dicha reunión, "Lively, Reynolds y Swift expresaron su entusiasmo por la dirección que Lively había tomado con el guion", afirma la demanda. Posteriormente, Baldoni intercambió mensajes con Lively sobre una "escena clave" de la película, aparentemente mostrando receptividad a las sugerencias.
Sin embargo, la narrativa de Baldoni argumenta que las modificaciones al guion y las decisiones creativas de Lively fueron excesivas. "Lively comenzó a intervenir en el proceso de producción de manera intrusiva, excediendo el alcance de su contrato", señala la demanda. Esta intervención incluyó, según Baldoni, el control total sobre el vestuario de su personaje, algo que, según sus abogados, excede los derechos usuales de un actor principal.
La demanda también aborda las acusaciones previas de Lively contra Baldoni por acoso sexual. Los abogados de Baldoni refutan estas acusaciones, argumentando que la estrecha relación entre ambos, evidenciada por "la lactancia materna de Lively frente a Baldoni durante reuniones y fotos de él consolando a su bebé", contradice la narrativa de acoso.
El conflicto se extiende más allá de la pareja Lively-Reynolds. La demanda alega que Lively utilizó su amistad con Taylor Swift para intimidar a Baldoni, creando una situación de presión inmensa debido al poder e influencia de ambos artistas. La participación de Swift en el caso ha generado gran especulación, aunque su representante aún no ha emitido comentarios públicos.
La demanda también acusa a Reynolds de un comportamiento agresivo en una reunión, generando conmoción entre los presentes. "Un productor con 40 años de experiencia declaró que nunca había visto a alguien comportarse de esa manera en una reunión", cita la demanda. Además, se alega que Lively y su equipo orquestaron una campaña de desprestigio contra Baldoni y su equipo, incluyendo a sus publicistas, quienes también participan en la demanda, afirmando haber recibido amenazas de muerte y abuso antisemita.
La demanda de Baldoni contra Lively, Reynolds, y otros implicados, incluyendo al New York Times, promete un largo y complejo proceso legal. Las implicaciones de este conflicto se extienden a la industria cinematográfica y más allá, destacando las complejidades de las relaciones laborales en entornos de alto poder y la manipulación potencial del discurso público en torno a temas sensibles.