En el centro de la tormenta se encuentran Blake Lively y Ryan Reynolds, quienes han solicitado una orden de restricción contra Bryan Freedman, el abogado de Justin Baldoni. La solicitud, presentada ante el Juez Lewis J. Liman, busca silenciar a Freedman, argumentando que sus declaraciones públicas podrían influir negativamente en un posible jurado.
La carta enviada al juez, según múltiples fuentes, afirma que “el litigio federal debe llevarse a cabo en la corte y de acuerdo con las normas de conducta profesional relevantes,” y que las acciones de Freedman constituyen una violación de dichas normas. Se alega que Freedman ha realizado entrevistas televisivas, participado en podcasts y filtrado información a la prensa, todo ello desde que Lively presentó su demanda contra Baldoni el pasado 20 de diciembre.
La disputa se centra en una demanda por acoso sexual presentada por Lively contra Baldoni, quien niega las acusaciones. Lively afirma que Baldoni exhibió un comportamiento “perturbador” y “impropio” durante el rodaje de una película, específicamente una escena de baile lento, de la cual se filtró un video sin editar. Este video, aunque presentado por el equipo de Baldoni como evidencia que refuta las acusaciones de Lively, es considerado por su equipo legal como “prueba contundente” que apoya su versión.
La situación se complica aún más con una contrademanda de Baldoni contra Lively, Reynolds y su publicista, Leslie Sloan, por una suma de $400 millones, acusándolos de difamación y extorsión. A esto se suma una demanda previa de Baldoni contra The New York Times por $250 millones, alegando que la publicación de la demanda de Lively contenía información sesgada.
La estrategia legal de ambas partes parece apuntar a una guerra de narrativas en los medios, con declaraciones públicas que intentan influir en la opinión pública. El desarrollo de este caso promete ser un largo y complicado proceso legal, con implicaciones que van más allá del entretenimiento y que se adentran en la compleja interacción entre el derecho, la reputación y los medios de comunicación en la era digital.
Entre los ejemplos de mala conducta de Freedman, según la solicitud de la orden de restricción, se incluyen la publicación del video mencionado y los planes para lanzar un sitio web con la intención de contrarrestar las alegaciones de Lively.
La reacción de Freedman a la petición de la orden de restricción aún no ha sido difundida públicamente.