Muchos recuerdan a David Lynch por Twin Peaks, esa serie que cautivó a generaciones. Jay Stephens-Wood, de 42 años, residente del Forest of Dean, recuerda cómo, de niño, la música fantasmal de la serie se filtraba hasta su habitación, mientras su madre la veía en la sala. Un recuerdo que marca la temprana influencia del director.
Pero la influencia de Lynch trasciende la pantalla. Allan Forrester Parker, de Londres, describe un evento hace 12 años donde el propio Lynch, en el Instituto de Educación de Bloomsbury, mostraba cómo la observación profunda podía otorgar un “superpoder” para encontrar significado en lo cotidiano. Un enfoque que resonó profundamente con la audiencia.
Richard Cooper, de 53 años y residente de Twickenham, relata una anécdota peculiar: una noche, al doblar una esquina, se topó con una tabla de planchar que, en la penumbra, le pareció un “monstruo de búho fantasmal”. La foto que tomó, dice, bien podría pertenecer a una escena de Lynch. Una prueba de cómo la realidad puede imitar al arte, o viceversa.
Jess, de Aberdeenshire, comparte cómo Twin Peaks, durante su adolescencia, expandió su mundo. Criada en una zona remota y tímida, la serie le enseñó que podía ser a la vez tímida y estudiosa, e intrigante y misteriosa. “David Lynch me abrió un mundo de posibilidades, y no necesité encajar en ningún lugar”, afirma.
La historia de Dan Rodríguez, de 42 años, residente entre España y el Reino Unido, es aún más conmovedora. Para él, las películas de Lynch fueron un escape en momentos difíciles. Desde su experiencia de indigencia a los 19 años, llevando consigo obras de Lynch, hasta su paso por la escuela de cine, el director inspiró su vocación cinematográfica. "Aprendí que una buena película trata sobre sentimientos", recuerda.
Incluso el mundo de la fotografía se vio impactado. Michel Delsol, de Nueva York, relata su encuentro con Lynch durante una sesión fotográfica con Julee Cruise. La experiencia, marcada por una broma ventrilocua del propio Lynch, lo transportó a un territorio auténticamente lynchiano. Una anécdota que ilustra la personalidad única del director.
Chuck, de 39 años, también de Nueva York, describe su encuentro con Lynch en una firma de libros. La conversación con el director lo inspiró a explorar la meditación y su creatividad. Un testimonio de la influencia trascendental del cineasta, más allá de sus películas.
Steven Eric Parker, de 59 años y residente de North Yorkshire, un fotógrafo que desde los años 80 buscó esa estética lynchiana en sus trabajos, y Jack Holden, de 45 años y de Berlín, quien colaboró en una película corta inspirada en el director, completan este retrato de la profunda y duradera influencia de David Lynch en diferentes ámbitos creativos y en distintas vidas.