Otras veces, el cambio es más brusco, pero igualmente inevitable.
Cristina Boscá, la conocida presentadora de Anda ya, y Ángel Martos, profesional en comunicación y marketing, han transitado una de esas transformaciones. Tras una relación que comenzó cuando apenas eran adolescentes – 12 y 13 años, para ser exactos – y que ha estado marcada por un profundo amor, la pareja ha decidido separarse. Pero, contrario a lo que muchos podrían imaginar, esta separación no ha estado llena de drama o rencor.
De hecho, la ruptura, que se produjo hace dos años, se ha mantenido en privado hasta ahora. “Se quieren mucho y tienen una relación buenísima”, confirma la propia Cristina, aclarando que la noticia no es dolorosa porque el proceso ya ha concluido y su círculo cercano estaba al tanto desde hace tiempo. La prioridad absoluta, comparten ambos, es el bienestar de sus dos hijos, Gabriel y Álex, con quienes siguen compartiendo gran parte de su tiempo, viéndose a diario y realizando actividades juntos.
El corazón de Cristina, sin embargo, ha vuelto a latir con fuerza tras la separación. Un nuevo romance llegó a su vida, lleno de ilusión. Pero, como ella misma ha expresado en una emotiva publicación en redes sociales del pasado 10 de enero ("Creo que soy la persona más romántica del mundo... o quizá solo la más dependiente del amor romántico...Lo que sí sé es que no me acuerdo de lo que es no estar enamorada."), a veces, el amor no es suficiente. Este nuevo capítulo, aunque lleno de ilusión, ha llegado a su fin, dejando a Cristina en una etapa de reflexión y autodescubrimiento.
En su publicación, Cristina reflexiona sobre su capacidad para transformar las relaciones: "No sé romper. No sé apartar a alguien de mi vida aunque ya no tenga el mismo papel... trato de arrancarlo convenciendo a mi corazón de que tiene que transformarse en amigo… Pero yo sigo empeñada en coger todos esos trocitos cariñosamente, como merecemos, juntándolos y metiéndolos de nuevo en ese molde que mi razón ha construido para él." Un proceso de introspección que, según sus palabras, tiene como objetivo "dejar sitio para un nuevo amor. Un nuevo enamoramiento", un amor donde, por primera vez, ella misma ocupa el lugar central.
La historia de Cristina y Ángel es un ejemplo de que las rupturas pueden ser procesos de crecimiento y transformación, donde el amor, en sus diferentes formas, perdura a través del tiempo.