El nombre de Harvey Weinstein, resonante en la industria cinematográfica, vuelve a ocupar titulares. No por sus éxitos pasados, sino por una solicitud excepcional que ha presentado ante el juez Curtis Faber. A sus 72 años, aquejado de leucemia, diabetes y problemas cardíacos, Weinstein se encuentra recluido en la prisión de Rikers Island cumpliendo una condena por abusos sexuales.
Su petición es contundente: adelantar la fecha de su juicio, programada inicialmente para el 15 de abril. “Estoy en una situación grave, de emergencia. Le ruego al tribunal que mueva la fecha,” suplicó Weinstein al juez, describiendo su estadía en prisión como “un infierno” del cual necesita salir cuanto antes.
El origen de este aplazamiento se remonta a septiembre de 2024, cuando una nueva acusación de abuso sexual en Manhattan, en 2006, complicó aún más el panorama legal de Weinstein. Esta nueva acusación, a la que él se declaró inocente, obligó al juez a retrasar el juicio, inicialmente previsto para noviembre de 2024. Ahora, se enfrenta a tres acusaciones:
- La de Mimi Haleyi, asistente de producción, por un incidente en 2006.
- La de la actriz Jessica Mann, por una violación en 2013.
- Y la nueva acusación de septiembre de 2024.
La defensa de Weinstein, encabezada por Arthur Aidala (quien también representa a Steve Bannon), ha presionado por el adelanto del juicio, argumentando el crítico estado de salud de su cliente. El abogado incluso se dirigió al juez con la frase: “¿Puedo juzgar primero el caso de este hombre moribundo?” La situación de Weinstein refleja la complejidad de un sistema judicial que se enfrenta a casos de alta visibilidad con implicaciones personales y legales de gran envergadura.
La audiencia, en la que se observó un Weinstein que recordaba al poderoso magnate de antaño, dejó entrever la tensión y la urgencia que rodea a este caso, dejando abierta la posibilidad de un cambio en la fecha del juicio.