La escena se ubicó en Perth, Australia. Drake, el reconocido rapero canadiense, irrumpió en su concierto con una entrada que no pasó desapercibida. Vestía una sudadera negra con agujeros que simulaban impactos de bala, un detalle que muchos interpretaron como una respuesta a las recientes victorias de Kendrick Lamar en los Grammy. Para añadirle dramatismo a la situación, “había humo saliendo de su espalda, como si fuera una escena de película”, comentó un testigo.
La elección del atuendo, sin duda, generó controversia. Algunos lo consideran un gesto icónico, una muestra de personalidad audaz y un reclamo artístico. Otros, en cambio, lo ven como un exceso, algo cursi o incluso fuera de lugar. Esta dualidad de interpretaciones ha generado un intenso debate en redes sociales, dividiendo a los fans en dos bandos.
Es interesante recordar que Drake tiene un pasado como actor, lo que podría explicar la puesta en escena de su aparición. ¿Fue una estrategia premeditada para generar “engagement”? ¿O una reacción genuina, aunque exagerada, a las circunstancias? Lo cierto es que la performance de Drake ha generado más preguntas que respuestas, alimentado la especulación y, seguramente, aumentado el interés sobre su próxima presentación.
Las reacciones a este evento, más allá de la división entre detractores y admiradores, nos muestran la complejidad de la imagen pública de las figuras del espectáculo y cómo cada acción, por mínima que sea, puede ser interpretada de múltiples maneras. Independientemente de la intención original de Drake, su peculiar entrada ya forma parte del universo de anécdotas de la cultura pop.