Mescal reinterpreta Un Tranvía Llamado Deseo en Nueva York

El precio, aunque elevado, no parece ser un impedimento para los miles que ansían presenciarlo. ¿La razón de tanto interés? Una producción de Un Tranvía Llamado Deseo, pero no una cualquiera.
El centro de la expectación reside en Paul Mescal, el actor irlandés de 29 años, rostro conocido por series como "Normal People" y nominado al Oscar por "Aftersun". Aquí, se enfrenta al icónico papel de Stanley Kowalski, un personaje que ha definido carreras y que siempre carga con la pesada sombra de Marlon Brando.
Pero Mescal no imita. Su Stanley es una reinterpretación, un Kowalski arraigado en su contexto masculino: la fábrica, las partidas de bolos, las noches de póker. Su relación con Stella, interpretada por Anjana Vasan, se presenta como una compleja danza de poder, donde la dependencia no anula el control.
Sin embargo, la verdadera revelación es Patsy Ferran como Blanche DuBois. Olvídense de la imagen de víctima pasiva. Ferran crea una Blanche compleja, "completamente fluida en el lirismo grandioso y callejero del dramaturgo", según la crítica, una mujer que se desenvuelve con agilidad entre el naturalismo y un expresionismo sorprendente, llegando incluso a eclipsar, en ocasiones, a Mescal.
La dirección de Rebecca Frecknall es fundamental. Su apuesta se aleja del realismo convencional. Un percusionista y una cantante, con la música de Angus Macrae y el diseño de sonido de Peter Rice, envuelven la obra en una atmósfera jazzística. La escenografía minimalista de Madeleine Girling, basada en pocas sillas, crea un espacio versátil y simbólico. Incluso la presencia espectral del difunto esposo de Blanche, a través de una coreografía abstracta de Jabez Sykes, agrega un toque surrealista.
El elenco se completa con un Dwane Walcott como un Mitch vulnerable y sensible. La famosa escena de la violación se representa con una intensidad impactante. Las palabras finales de Blanche, "Quienquiera que seas, siempre he dependido de la bondad de los extraños", resuenan con una potencia especial gracias a la interpretación de Ferran. El diseño de vestuario de Merle Hensel completa la propuesta estilísticamente libre.
Esta producción en el BAM no es solo una reinterpretación audaz; es una obra que, por su valor artístico y su capacidad para reflexionar sobre temas universales, conecta con el público de hoy, trascendiendo el contexto original de la obra.