Enrique Lizalde: El legado de un actor mexicano

Hablar de la actuación en México es inevitablemente evocar nombres que marcaron una época. Uno de ellos, sin duda, es Enrique Lizalde, un actor cuya trayectoria estuvo marcada por la intensidad y la autenticidad, cualidades que lo diferenciaron en el competitivo panorama artístico.
Primo del reconocido cantante Óscar Chávez, Lizalde compartió con él la pertenencia al Sindicato de Actores Independientes (SAI), una decisión que, en su momento, le acarreó un veto de la Asociación Nacional de Actores (ANDA). Esta anécdota revela una faceta menos conocida del actor: su compromiso con la defensa de los derechos laborales de sus colegas. Su labor sindical, lejos de ser un detalle menor, es recordada con admiración y respeto.
"Odiaba dar entrevistas," recuerdan quienes lo conocieron. De hecho, se dice que concedió muy pocas a lo largo de su vida. Una de las excepciones, quizás la única ampliamente difundida, fue la que ofreció a EL UNIVERSAL en diciembre de 1970, coincidiendo con el estreno de la controversial película "La Buscona", junto a la inolvidable Isela Vega.
En "La Buscona", Lizalde interpretó a un personaje complejo, un joven esclavizado por sus instintos, confundiendo pasión y amor. Su formación espiritual, según la trama, le impide finalmente consumar su relación con la protagonista. Esta actuación, lejos de ser una simple aparición, mostró su versatilidad y capacidad para encarnar roles profundos y desafiantes.
La imagen de Enrique Lizalde junto a Ofelia Guilmáin durante el rodaje de "Las Vírgenes Locas" se ha convertido en un icono, una muestra de su larga y exitosa carrera que abarcó cine, teatro y televisión. Una carrera construida no buscando la fama efímera del galán, sino la sólida reputación del artista comprometido con su oficio.
Su peculiar voz, inconfundible en cada una de sus interpretaciones, es otro de los sellos distintivos que lo consagran como uno de los grandes de la actuación mexicana, un legado que perdura a través de las décadas.