Chrissy Teigen confiesa uso de Ozempic y su batalla con la comida tras perder a su hijo

La pérdida de su hijo Jack en 2020, a las 20 semanas de gestación, marcó un antes y después. "Existía en un cuerpo que ya no sentía mío", reveló en Instagram. Lo que siguió fue un duelo silencioso, pero también una batalla física. Subió 18 kilos durante ese embarazo y otros 18 después, cifras que compartió sin edulcorantes: "No me reconocía".
Lo fascinante no es solo su confesión sobre el fármaco, sino la paradoja que vive alguien cuya carrera gira en torno a la comida. Autora de libros de cocina como Cravings, Teigen describió el hambre como un viejo amigo: "Extraño desear alimentos. Ozempic me liberó, pero también me quitó algo que amaba". El medicamento, dijo, la dejó en un limbo: sin ansias de comer pero alejada de lo que siempre fue su "lenguaje de amor".
Reveló patrones alimenticios oscuros: episodios en Miami donde comía hasta enfermarse, aunque niega que fuera bulimia. "Vomitaba por exceso, no por provocación", aclaró. Sus seguidores en redes reaccionaron divididos: algunos la llamaron "valiente", otros "privilegiada". Un comentario resume el debate: "¿Hablar de esto normaliza trastornos o ayuda a romper estigmas?".
Lo innegable es que Teigen, como pocas celebridades, logró poner sobre la mesa un tema tabú: la complejidad de lidiar con el cuerpo cuando el dolor, la fama y la industria colisionan. Mientras algunos esperaban un mea culpa, ella ofreció algo más raro en el mundo de las estrellas: matices.