Fallece Vicente Leñero una obra para recordarlo

El escritor, periodista, dramaturgo y guionista Vicente Leñero murió hoy a los 81 años de edad

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México, DF.

El escritor, periodista, dramaturgo y guionista Vicente Leñero murió hoy a los 81 años de edad.
En una breve conversación con telefónica, su hija Estela anunció que Leñero falleció esta mañana, entre las siete y ocho horas, de cáncer pulmonar que padecía desde hace unos meses.
Estela Leñero dijo que no se velará al periodista y que mañana se le rendirá un homenaje en el Palacio de Bellas Artes a partir de las 12:00 horas.
En entrevista para Milenio Televisión, Rafael Tovar y de Teresa, titular del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), informó del homenaje al escritor en Bellas Artes.
Vicente Leñero es una de las grande figuras del Siglo 20 tanto como creador, dramaturgo, periodista, novelista, lo han hecho una personalidad literaria única en México”, dijo
Leñero escribió novelas como Los albañiles, Redil de ovejas, El Garabato, El evangelio de Lucas Gavilán y La vida que se va.
Nació en Guadalajara, Jalisco, el 9 de junio de 1933. Estudió ingeniería civil en la UNAM y periodismo en la Escuela Carlos Septién García.
Vicente Leñero y Otero fue un escritor que no se quedó con la duda de casi ningún género literario. Incursionó en la novela, el cuento, el teatro, el reportaje, la crónica y el guión cinematográfico.
Desde la infancia, el autor mostró interés por las letras, y aunque decidió estudiar ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México, entró a la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, al mismo tiempo que terminaba sus estudios y colaboraba con la revista Señal, además de participar en el Taller Literario de Juan José Arreola.
Ganó el premio Biblioteca Breve” de Seix Barral en 1963 con Los albañiles, solo dos años después de haber publicado su primera novela,La voz adolorida. Obtuvo el Premio Juan Ruiz de Alarcón” por la obra teatral La mudanza, ganó tres premios Ariel, y en el 2000 fue distinguido con el premio Xavier Villaurrutia”, por su antología de cuentos La inocencia de este mundo, entre otros reconocimientos.

La literatura, testimonio de su vida
Todos los escritores lo que hacemos al escribir novelas es reinventar y contar nuestra propia vida, y para eso inventamos personajes”, dijo Vicente Leñero hace apenas un año, cuando estuvo en la FIL de Guadalajara para presentar sus obras más recientes.
Los albañiles (1963), una de sus novelas más conocidas, es también una de las más autobiográficas. En aquella trama policiaca, donde los trabajadores de una obra en la Ciudad de México se convierten en sospechosos de un asesinato, Leñero puso también algo de su propia historia.
Para crear al personaje del ingeniero pensó en su padre: fuerte, contradictorio, intenso”, y él mismo se identificó con el Nene”, el hijo que era objeto de burla de los albañiles por su torpeza para seguir la carrera de su padre.
La figura paterna poderosa, retratada en la ficción, llevó a Leñero a inscribirse en la carrera de Ingeniería en la UNAM. La lectura siempre había estado presente en su vida y hacia el final de sus estudios decidió ingresar en la licenciatura de Periodismo. No le interesaba particularmente ese oficio, pensó que la Escuela Carlos Septién era un buen lugar para aprender a escribir.
Ya había comenzado a experimentar con los cuentos, pero su ascenso llegó con la publicación de su primera novela, La voz adolorida (1961), que posteriormente fue reeditada bajo el título A fuerza de palabras. Dos años más tarde, su segunda novela, Los Albañiles, le valió el premio Biblioteca Breve de Seix Barral.
Leñero continuó con la búsqueda de estructuras novedosas en sus historias. En la literatura me perdí mucho en la forma. Me entró el nouveau roman (la nueva novela), que me llevó a muchas exageraciones”, confesó alguna vez el escritor en una entrevista de la UNAM. Fue en esta etapa que escribió libros como Estudio Q (1965) o El garabato (1967).
Esa actitud crítica hacia su propia obra fue una constante a lo largo de su vida. Después de publicar su última novela, La vida que se va (1999), aseguró que abandonaría la literatura, como antes había hecho con el periodismo. Se quejó de su dificultad para escribir y de su falta de imaginación.
Sin embargo, en los años próximos publicó tres libros de cuentos: Autorretrato a los 33 y seis cuentos (2002), Puros cuentos (2002) y Sentimiento de culpa: relatos de la imaginación y de la realidad (2005).
Otra de sus obras emblema, Los periodistas (1978), surgió de su propia experiencia en el mundo de la prensa. La novela-testimonio narra el golpe al periódico Excélsior, que en 1976 llevó a la destitución de Julio Scherer y su equipo por parte de un grupo de cooperativistas apoyados por el gobierno de Luis Echeverría. Incluso Redil de ovejas (1972), un libro que gira en torno al fervor religioso, fue una especie de testimonio sobre la moral católica en la que fue educado el escritor.

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