Casi muere por rescatar a su perro de un lago congelado

Chicago
El pasado domingo, oficiales de la policía de Chicago del Distrito 20, lograron un angustiante rescate de un hombre y su mascota en un lago congelado en Michigan, luego de que el dueño del perro quedara atrapado por seguir al perrito que cayó al lago.
En agradecimiento, el hombre, quien no quiso que se supiese su identidad, envió a la comandancia de policía de Chicago la siguiente carta, en la que, además, una vez pasado el amargo trago, lanza un mensaje a los dueños de perros para que tengan precuación en la zona de lagos, ante las bajas temperaturas:
“Primero quiero expresar mi gratitud a los oficiales de policía de Chicago y al personal de primera reacción que acudieron en mi ayuda. Me salvaron la vida y siempre les estaré agradecido.
Llevé a mi perro recientemente adoptado, Pika, a Lincoln Park, en Foster Beach. He estado visitando esa playa y parque desde siempre, sobre todo durante los años con mi otro perro, recientemente fallecido, Bowser.
Esta era la primera visita de Pika al parque, es una mezcla de esquimales estadunidenses de 9 meses.
Estaba muy emocionado y se alejó de mí, corrió a la playa y luego al borde de las rocas de hielo que se forman durante los inviernos fríos.
Lo vi desaparecer sobre la cresta.
Corrí y miré hacia abajo para verlo chapoteando en el agua helada. Él es un perro de 1o kilos y sabía que pronto moriría de frío o se ahogaría.
Salté tras él.
El agua me llegaba a la cintura y lo levanté sobre mi hombro. Y de ahí no lo solté.
Las paredes de hielo que se elevaban por encima de mi cabeza se extendían por toda la orilla, atrapándonos en el agua.
Busqué una posible salida, pero no pude encontrarla.
Caminé a través del agua helada durante unos 10 metros y me topé con una parte de la pared de hielo que estaba más abajo. Desde donde me encontraba, el agua llegaba a la altura de mi cabeza.
Puse a Pika encima de mí en el hielo y traté de salir.
Las paredes de hielo eran lisas, sin una cresta en la que yo pudiese colocar un pie. En ese momento me di cuenta de que no sería capaz de salir.
Mis manos estaban entumecidas y ya parecían aletas. Me tomó cerca de 20 intentos sacar el teléfono de mi bolsillo. Afortunadamente era resistente al agua y pude llamar al 911.
Sin que yo lo supiera, un transeúnte me había visto saltar y alertó a los policías cercanos, quienes heroicamente me sacaron con la correa de perro del transeúnte.
No tengo ninguna duda de que habría muerto sin ayuda, siempre les estaré agradecido”.