Washington, Estados Unidos
Por primera vez, cerca de 1 mil 300 empresas de Estados Unidos informaron sobre si los productos que fabrican o venden contienen minerales que financian los conflictos armados en la región de los Grandes Lagos de África central.
El 2 de junio pasado fue la fecha límite para que las empresas presentaran sus declaraciones, en lo que fue el primer resultado concreto de una ley aprobada en 2010 por el Congreso (poder legislativo) de Estados Unidos, para ayudar al cese de la prolongada guerra civil en la República Democrática del Congo.
Sin embargo, la reglamentación de la ley fue objeto de reiterados ataques legales de empresas privadas y grupos de presión, que sostienen que el cumplimiento del artículo 1502 de la norma que las obliga a presentar las declaraciones es oneroso e incluso inconstitucional.
No obstante, el 3 de junio parecía que la mayoría de las compañías que debían presentar declaraciones sobre los llamados “minerales de conflicto” o “de guerra” en sus cadenas de suministro lo había hecho. La información está a disposición del público a través de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por su sigla en inglés), el organismo federal encargado de aplicar el artículo 1502.
“Este es un día histórico. Hace 5 años este tema no estaba en el radar de nadie, y ahora los consumidores pueden mirar debajo del capó de lo que hay en un producto”, señala Sasha Lezhnev, analista de políticas públicas de Enough Project, una organización de investigación sin fines de lucro con sede en Washington.
“Creo que mucha gente sabía lo que empresas como Apple, Intel o Hewlett-Packard hacían, ya que han estado muy atentas a este tema. Pero nadie sabía lo que hacían empresas como Walmart o General Motors”, añade a Inter Press Service (IPS).
El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas reconoció formalmente en 2009 que los ingresos provenientes de la extracción de minerales fortalecían a numerosos grupos armados que operan en el Este de la República Democrática del Congo. La industria de la electrónica es una de las usuarias más importantes de estos minerales, entre ellos el estaño, el tantalio, el tungsteno y el oro.
Desde entonces, informa Lezhnev, 95 minas de la República Democrática del Congo fueron certificadas como “libres de conflicto armado”, mientras se desmilitarizaron dos tercios de las minas de estaño, tantalio y tungsteno en el Este del país africano.
Pero el oro sigue siendo un problema importante, y Enough Project y otras voces reclaman medidas más concertadas para determinar las fuentes de abastecimiento, en particular con respecto a la industria de la joyería.
Competencia sin conflictos
Un cuello de botella clave para muchas de las empresas que deben investigar sus cadenas de suministro son las fundiciones de metal que convierten las materias primas en productos viables. Una iniciativa liderada por el sector industrial, el Programa de Fundiciones Libres de Conflictos, certificó hasta la fecha aproximadamente un 40 por ciento de estas fábricas en el mundo, informa Lezhnev, de Enough Project.
Sin embargo, Oboth, de Global Witness, asegura que muchas empresas se limitaron a comprobar si sus proveedores cuentan con esta certificación y no hicieron más.
“En cambio, lo que nosotros queremos –y lo que exige la norma de la SEC– es que hagan un seguimiento de las fundiciones”, exhorta Oboth. “Intel, por ejemplo, visitó las fundiciones para verificar su política con respecto de los minerales de guerra, para ver cómo identificaban los riesgos”, explica.
De hecho, Intel, fabricante de microprocesadores, en muchos aspectos ha sido la corporación más activa en el tema. En enero presentó el primer producto del mundo “libre de conflictos”, y fue la única compañía que presentó un informe completo sobre sus cadenas de suministro, incluso antes de la fecha límite para presentar la declaración que exige el artículo 1502.
En abril, un fallo judicial alteró la disposición original de la SEC y ahora las empresas no están obligadas a declarar si un producto es “libre de conflictos”, aunque el proceso judicial podría continuar en los próximos meses. Pero Intel sostiene que esas etiquetas son importantes.
“Una de nuestras características tiene que ver con la transparencia. Aunque no se nos exige revelar el estado de nuestros productos, creemos que esta transparencia demuestra a nuestros clientes y accionistas nuestro compromiso con este tema”, indica Intel a IPS mediante una comunicación.
“Animamos a otras empresas a que también compartan las conclusiones sobre sus productos mientras todos trabajamos para certificar que los nuestros son libres del conflicto en la República Democrática del Congo”, agrega la firma.
La presencia de un único producto libre de conflictos en el mercado estimuló la competencia, y se espera que se produzca una dinámica similar tras el resultado de las declaraciones públicas del lunes.
“Ya vimos que otras empresas entraron en carrera para tener el siguiente producto libre de conflictos, y nosotros alentamos a los consumidores a que insten la participación de las mayores empresas del sector aeroespacial y automotor”, dice Lezhnev.
“El paso de Intel es bueno, pero hay empresas por ahí que son mucho más grandes. Por ejemplo, ¿cuándo fabricarán Boeing o General Electric el próximo producto libre de conflictos?”, se pregunta el analista.