Las intensas lluvias azotan a Rio Grande do Sul, en Brasil, en la frontera con Uruguay y Argentina, las cuales han generado una tragedia con un saldo alarmante. Según las autoridades locales, el número de muertes ha ascendido a 31, mientras que 74 personas permanecen desaparecidas. Estas precipitaciones, han sido casi cuatro veces superiores a la media para esta época del año.
Han afectado a más de 350.000 personas en 235 municipios, según datos de la Defensa Civil. El gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, expresó que la situación "La situación es absurdamente excepcional. No es un caso crítico, es el más crítico del estado en su historia". A pesar de los esfuerzos de rescate, Leite advirtió que el número de víctimas podría aumentar.
Existen algunas áreas afectadas a las que no se ha podido acceder, por lo que se cree que pueda haber más víctimas mortales. Miles de personas están trabajando incansablemente por tierra, agua y mar para asistir en las operaciones de rescate, pero el acceso a todas las zonas afectadas es limitado. Las fuertes lluvias han provocado la ruptura de una presa en el río Antas.
Aunque afortunadamente los residentes cercanos habían sido evacuados previamente. Sin embargo, existe el riesgo de que otras cinco represas sufran un destino similar. Ante la magnitud de la tragedia, el gobernador ha decretado el estado de calamidad pública en todo Rio Grande do Sul por un plazo de 180 días. El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, visitó la región para evaluar la situación.
Y aseguró el pleno apoyo del Gobierno federal para enfrentar las consecuencias del desastre. Las Fuerzas Armadas han desplegado recursos significativos, incluyendo ocho aeronaves y más de 600 militares, para colaborar en las labores de rescate y asistencia. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica, con más de 10.000 personas refugiadas y otras 4.645 alojadas en albergues temporales.