La competencia por la Casa Blanca se intensifica a medida que se acerca el primer debate presidencial. Donald Trump ha generado incertidumbre sobre su participación, planteando dudas sobre si asistirá al evento. La controversia surge en medio de acusaciones y sospechas dirigidas hacia la cadena ABC, organizadora del debate.
Trump, quien alguna vez dominó las encuestas, ahora se encuentra en desventaja frente a la vicepresidenta Kamala Harris, quien está sacudiendo las cosas y acaparando la atención con su estrategia de atacar el problema de la inflación. La incertidumbre sobre la participación de Trump en el debate se intensifica tras sus críticas hacia el moderador Jonathan Karl, a quien acusa de parcialidad.
"Ridículo y sesgado", calificó Trump a Karl en un comunicado, mientras acusaba a los comentaristas del panel de ser "odiadores de Trump".
La polémica no termina ahí. Trump también ha puesto en tela de juicio la imparcialidad de la cadena ABC, insinuando que la comentarista Donna Brazile, involucrada en un escándalo en 2016 por filtrar información a la campaña de Hillary Clinton, podría estar favoreciendo a Harris con información privilegiada.
Si bien Trump no ha descartado por completo su participación, ha dejado claro que la cadena tiene "muchas preguntas que responder". El panorama se complica aún más con la disputa sobre la inclusión de un segundo debate en octubre y la insistencia de la campaña de Harris en mantener los micrófonos de ambos candidatos activos durante todo el debate.
Esta demanda, según la campaña de Harris, busca garantizar la transparencia y evitar que Trump se desvíe del tema principal. La campaña de Trump, por su parte, parece preferir los micrófonos apagados, lo que ha generado especulaciones sobre su confianza en la capacidad de su candidato para mantener la compostura durante 90 minutos.