La escena era digna de una película: clientes con tarjetas de débito y cheques en mano corriendo hacia los cajeros automáticos, para luego, con euforia desenfrenada, lanzar al aire billetes que, a simple vista, no parecían ser de su propiedad. La euforia, sin embargo, se ha esfumado, y la realidad ha golpeado con la fuerza de un tsunami: la fiesta del dinero fácil ha terminado.
La danza del efectivo, que inundó las plataformas digitales, no era más que un espejismo. El "hackeo" resultó ser un fraude con cheques, una vieja artimaña que ha encontrado en la era digital un nuevo escenario para su representación. El modus operandi era simple: escribir cheques sin fondos por cantidades exorbitantes, depositarlos en los cajeros automáticos y retirar el dinero al instante.
¿Cómo pudo suceder? El misterio se desvela al entender que la disponibilidad inmediata de los fondos depositados por cheque puede variar según la institución bancaria. En algunos casos, el acceso al total del monto es inmediato, mientras que en otros, la liberación del dinero se realiza de forma parcial y con un período de espera. Al parecer, la falla que aprovechó este grupo de "influencers" de las redes sociales radicaba en un acceso instantáneo a fondos, un error que Chase Bank ya ha detectado y subsanado.
Las consecuencias para los involucrados no se han hecho esperar. Las cuentas de quienes participaron en este supuesto "hackeo" han sido bloqueadas, las deducciones se han aplicado con rigor y los depósitos futuros enfrentan un periodo de retención.
La fiesta del dinero fácil ha dejado una resaca amarga, y la sombra de la ley se cierne sobre aquellos que se atrevieron a jugar con un sistema financiero que, a pesar de sus fallas, siempre encuentra la forma de poner orden.